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Opinión

DIÁLOGO NECESARIO… DIÁLOGO IMPOSIBLE

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PorJOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

*  El impase del conflicto social generado por la llamada Reforma Educativa

Jojutla, Morelos, México, 23 de mayo de 2016.-  Tereso Beltrán Pineda es un comandante de la policía federal “muy atento y educado” a la hora de cumplir las órdenes de sus superiores. Por ejemplo, la madrugada del sábado 21 de mayo del año en curso, lo comisionaron para ir a desalojar a los profesores que estaban concentrados en la Plaza de Santo Domingo de la Ciudad de México como parte de su plan de acción para protestar en contra de la multicriticada Reforma Educativa; antes de obligar a los disidentes al abordaje de sendos camiones que “gentilmente” los regresarían a Chiapas, a Oaxaca o a Michoacán, Tereso les firmó una carta compromiso escrita a mano con rasgos algo apresurados. En “tan formal” documento dice: “Tereso Beltrán Pineda Comisionado de la Policía Federal, se compromete a respetar la integridad física y psicológica de todos los contingentes de los estados (sic), sin violentar en ningún momento los Derechos Humanos (sic) y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Así mismo el compromiso del comisionado en turno de la obligación de dejar a cada contingente en su estado de origen y la sede en que los compañeros (sic) dispongan. CDMX 21/mayo/2016 3:49 am Tereso Beltrán Pineda” (firma ilegible) (La Jornada, 22 de mayo de 2016). Esto significa que en la percepción de sus jefes y de Tereso el derecho de reunión o de manifestación no es un “Derecho Humano”, que su promesa es respetar la integridad física y psicológica como si alguna ley señalara que necesitamos que cada policía nos escriba a mano una cartita diciendo que no hará lo que nunca debe hacer ni siquiera con los delincuentes. Luego, para pasarse de buena gente, llama “compañeros” a los maestros que no querían ir a sus estados de origen pero siendo indeseables en la CDMX, pues más les valía subirse por su voluntad y de buen modo a los autobuses. Ya entrados en ese juego lo que sigue es que los policías regresen a los maestros rebeldes y ellos simplemente se devuelvan al otro día con más compañeros y con más furia en contra de esta política autoritaria que se quiere dorar antes de obligar a pasársela.

Un callejón sin salida o impase es la principal contribución que ha traído la llamada Reforma Educativa a los escenarios actuales de conflicto social. La incapacidad de diálogo y negociación de los gobernantes en los tres niveles de gobierno, la falta de sensibilidad de los representantes populares para hacer su trabajo legislativo a favor sus representados y no de intereses oscuros, el mayor empoderamiento de los grupos de poder fáctico, la mansedumbre y desorientación de una sociedad civil enfrascada en problemas personales y de familia, la enorme cantidad de leña que le echan a la hoguera los intereses implicados con los medios de difusión masiva, todos son factores para que nos hayan traído a este momento crítico en el que de frente chocan maestros en rebeldía unidos con grupos de padres de familia en contra de un gobierno federal cerrado a toda posibilidad de moverle una coma a su Reforma Educativa. Los ingredientes para un conflicto social mayor ya están puestos en la mesa y en las calles, solamente falta agregar el aderezo de todas las torpezas y agravios que la camarilla encabezada por Enrique Peña Nieto ha cometido en contra de la mayoría de los mexicanos. Así las cosas, es muy alta la probabilidad de choques violentos que cuesten pérdidas materiales y hasta humanas. Cuando los monarcas le han cerrado las puertas a los pueblos sometidos no ha quedado otro camino que la rebelión; y a eso estamos asistiendo hoy en día bajo circunstancias específicas pero con muchas similitudes con los momentos críticos y violentos que recoge la historia.

La estrategia de las mafias que se han propuesto desmantelar el sistema de educación pública en México, han seguido una estrategia que de tan obvia ya se volvió ignominiosa, una afrenta para los propios que creyeron llenarse de gloria al llevarla a cabo. De tanto decir que se preocupan de la baja calidad de la educación han terminado llevando a policías y demás fuerzas de represión legalizada a tomar las escuelas, ha desalojar y hacer violencia en contra de maestros que mejor estarían dando sus clases mientras civilizadamente se resuelven las diferencias. De un proceso legaloide para aprobar de manera apresurada las modificaciones constituciones que son la esencia de su reforma, el discurso pedagógico quedó olvidado sobre todo si venía de académicos que no se juntan con Sylvia Schmelkes, y de ahí han caído en la cerrazón de que la ley es la ley y se cumple porque se cumple. Una acción burda y escandalosa es la acción de un gobierno que coloca el garrote de sus policías por delante para definir lo que será un “nuevo” modelo educativo para “transformar” la educación pública en este país. Un secretario de educación que se esconde de los profesores y de los estudiantes para irse a tomar la foto con niños de primaria, un ser obsesionado con ganar la candidatura para presidencia mediante la aplicación puntual de las órdenes superiores aún a costa de enfrentarse a sangre y fuego con el pueblo; un sujeto de esa índole no puede más que ser parte del problema y nunca su solución. Por eso, la estrategia para imponer ese modelo “educativo” está desgastándose muy rápido y sus posibilidades luchan contra el reloj electoral.

Por su parte los maestros en rebeldía han replicado posicionándose en un punto en el que ya no hay vuelta: se obliga al gobierno federal a negociar la aplicación de la Reforma Educativa o se atienen a la reacción de despedir a los participantes en el paro indefinido y se apuesta a que don Nuño no podrá sustituir a los miles y miles de protestantes y a que los padres de familia no permitirán el acceso de los profesores sustitutos, en todo caso esquiroles. Se apuesta a la solidaridad de los grupos de académicos críticos, a la opinión pública favorable y al desgaste mayor del gobierno entreguista, represor y torpe de Peña Nieto. Propuestas alternativas a la Reforma Educativa sobran de parte de una gran cantidad de actores sociales que se han preocupado de construir y exponer distintas rutas para mejorar el nivel educativo, como lo han hecho los mismos profesores opositores. El problema ya no es de índole educativo, ahora el destino de la educación de millones de niños y jóvenes se discute en las calles y autopistas entre policías que desalojan con cierta “amabilidad” o no y los maestros en lucha; la educación ahora está en manos de políticos y gobernantes apátridas y amátridas, también la manosean los grupos del poder fáctico a nivel nacional y mundial, hacen usufructo de ella los académicos tipo la señora Schmelkes que viven de la fama y del beneficio económico que les deja prestarse a ser tapete. Los conocedores de la educación en las aulas, los pedagogos y expertos comprometidos con el bien común y que aplican su sapiencia en el beneficio de la mayoría especialmente de los más necesitados, todos ellos están siendo ignorados, vilmente

echados a un lado porque en esta guerra representan un estorbo para los que ya consideran tener en sus manos en gran negocio de privatizar todo lo público.

El actual estado de cosas obliga a repensar el oficio de gobernar como el arte de lograr los consensos y no la altanería de “asumir los costos políticos” de cuanta maniobra y artimaña a favor de los poderosos se le ocurra al gobernante por más poderoso que parezca. No es la arrogancia de asumir costos jugando con los fondos electorales de que se presume disponer. Es el diálogo necesario para salvaguardar integridades como las que ingenuamente promete proteger don Tereso. Es el diálogo necesario para darle una oportunidad a la razón, a la convivencia pacífica y a la construcción de un entorno de vida decorosa para todos. No es la cerrazón de un torpe como Nuño Mayer que sintiéndose rodeado de la guardia nacional lo pierde la arrogancia y falta de oficio político. El panorama social creado por la conflictiva Reforma Educativa apunta hacia un choque frontal que haga imposible el diálogo por mucho tiempo con sus ya descritas consecuencias. Aquí aparece un tercero en discordia que por lo pronto mira, refunfuña, dice estar de un lado o de otro pero se limita a ser testigo de palo. Es la sociedad civil en lo general, que permeada por la campaña de odio en contra de los maestros -en algunos casos, bien ganado-, aparentemente no alcanza a percibir el tamaño de las consecuencias de una educación privatizada para sus propios hijos.

La perspectiva del conflicto a mediano plazo se vincula con el proceso electoral del 2018. Se pueden prever despidos masivos de profesores, lo que provocará un movimiento de despedidos de insospechada trascendencia. Esto provocará choques y más choques entre policías por un lado y profesores y padres de familia por el otro; podemos agregar tal vez grupos de padres de familia que llamen al enfrentamiento para apoyar la Reforma Educativa. A esto hay que agregar los conflictos que se pueden generar entre profesores despedidos y profesores “idóneos” para generar el rechazo social hacia los primeros. La sociedad civil puede quedarse mirando un buen rato y tal vez se acomode a esperar con silencio a emitir un voto en 2018 para “colaborar” en la solución de este conflicto y muchos otros. Mientras tanto, los profesores en lucha deben prepararse a subsistir sin sueldo por un periodo indefinido, a considerar que el apoyo de los padres de familia se puede desgastar de muchas maneras y estar dispuestos a una lucha larga en lo legal y en lo político. Por su parte el papel de los profesores que no participan en el paro indefinido por las circunstancias propias y de su contexto pueden caer en la actitud de “mirar de lejos para no quemarse” o de generar un determinado gesto de solidaridad con sus compañeros que se juegan el puesto de trabajo. Podrán solidarizarse moralmente, de manera económica o material y sospesar el momento oportuno de hacer lo propio y pertinente en cada caso. Lo importante será que la conciencia de la realidad no se borre o guarde a buen recaudo para no arriesgar un pelo.

La necesidad urgente es romper el impase y crear las condiciones para el diálogo verdadero que ahora se ve imposible. Del modo de espera que muchos pueden adoptar por conveniencia o comodidad, en esta guerra de posiciones por la privatización o defensa de la educación pública, todos somos responsables y por lo mismo es necesario salir de ambigüedades. De los académicos críticos esperamos defiendan a ultranza el valor de sus investigaciones y

propuestas, de los padres de familia se espera que se nutran de la información más confiable y adopten un punto de vista equilibrado y siempre a favor de sus hijos durante el presente y a futuro. A la sociedad civil, a los grupos organizados, a los actores sociales representativos corresponde ejercer la presión suficiente para que los representantes populares en las cámaras de diputados y senadores se dispongan a intervenir haciendo cambios, derogaciones y ajustes necesarios para garantizar el pleno derecho a la educación de todos los mexicanos.

Del dejar hacer, dejar pasar y a ver qué sucede, hoy la obligación es hacernos de los elementos para reflexionar y formar la conciencia necesaria para la acción comprometida, sustentada y orientada al beneficio común. Podemos pasarnos años y años en guerras del tiempo que sea pero nunca alcanzaremos el nivel de humanidad que nos sido otorgado por los tiempos de diálogos que se hicieron posibles cuando parecía que todo era imposible.

 

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