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Estado Nacional Opinión

DONALD TRUMP Y LAS CONVULSIONES DE UN IMPERIO

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Por JOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

*  Cómo hacerse popular siendo un fanático racista

Jojutla, Morelos, México, 5 de septiembre de 2016.-  Desde hace meses Mr. Donald Trump, ahora enseñorado candidato a la presidencia de Estados Unidos, viene siendo el centro de noticieros y tema de analistas que refunfuñan en contra de sus aberrantes declaraciones. Mucha razón cabe en quienes alertan sobre las fatídicas consecuencias que nos esperan en caso de que Mr. Trump sea el próximo presidente del imperio. En sus manos estaría todo el poder para deportar connacionales, para cumplirse el capricho de construir un muro por toda la frontera con costo a cargo de México, el poder de desatar guerras contra cualquier país o gobierno que no sea de su agrado, la capacidad de utilizar las armas más letales que existen en este planeta, el poder en manos del anticristo, de una reencarnación de Hitler, lo peor que cada quien se imagine hecho realidad. El problema es tratar de entender cómo el mismo demonio ha logrado alcanzar la candidatura a la presidencia del país más poderoso del mundo. No se entiende cómo lo más nefasto que se nos pinta haya obtenido la popularidad suficiente para que ahora ponga a temblar a más de media humanidad. Igual que en otros casos, a través de los medios de supuesta comunicación se nos expone de manera sensacionalista lo que causa morbo y tema para comentarios vanos; son pocos los medios que abordan el tema tocando del trasfondo, lo que a propósito se oculta para no perder el control de lo informado o para no generar opiniones y actos discordantes.

Es indiscutible que la soberbia e insensatez de Peña Nieto al haber traído a México a tan flamante y agresivo candidato, sólo puede ser producto de un sujeto desprovisto de todo indicador de dignidad. Tumbo tras tumbo, al inoportuno presidente no le importa la opinión pública y a cada momento se exhibe su falta de conocimiento de la historia nacional, de los principios de la Carta Magna, de lo mínimo que se requiere para desempeñarse moralmente aceptable ante el extranjero. Una invitación tan innecesaria como inoportuna, incoherencias y sinrazones al trata de explicar el fiasco, falta de brújula de un presidente en decadencia, de eso se trató y eso evidenció el gobierno federal con la entrevista Peña-Trump. La reacción de los críticos no ha desaprovechado la ocasión y hasta de traición a la Patria se ha señalado al ya malogrado gobierno de Peña Nieto. Nuevo oprobio presidencial, una cuenta más al rosario, una raya más que al tigre no le parece preocuparle; sin embargo, las causas y consecuencias del desaguisado siguen sin tocarse aunque sea a medio fondo.

¿Cómo se dejó llegar a ese nivel a un empresario “de éxito” pero populachero que insulta y amenaza sin ton ni son? De no creer en la generación espontánea hay que buscar las causas del fenómeno en algunos antecedentes o consideraciones que no se están tomando en cuenta por muchos analistas o “comunicadores”. Por suerte si los hay con un enfoque de búsqueda de las razones de lo que ocurre más allá de las apariencias. Uno de ellos es el periodista español Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en español, publicación mensual que en su número 251 correspondiente a septiembre de 2016, en su editorial titulado “¿Fin del fenómeno Tump? propone ir atrás del telón y tratar de encontrar el porqué del “éxito” de este empresario en el ámbito político de su país. Empieza por reconocer que las encuestas otorgan

una ventaja a Mrs. Hillary Clinton del partido demócrata, aunque sea una estrecha diferencia a su favor. Advierte Ramonet que de Mr. Trump no se sabe con certeza si perderá la elección porque el señor viene de menos a más de manera impredecible, ya que así ocurrió en su carrera contra sus adversarios dentro del partido republicano. Contra todo pronóstico venció a otros que se veían superiores a él y ahora lo tenemos hasta visitando Los Pinos para agraviar a domicilio, por supuesto con la colaboración de un figurín que dice gobernar en México.

La reflexión reveladora se orienta a indagar en los antecedentes del fenómeno Trump, así como el contexto nacional e internacional en que se viene incubando la ascensión al poder de sujetos de tal calaña. El sistema neoliberal es un punto central dado que si bien ha permitido la acumulación de grandes fortunas a costo del infortunio de la inmensa mayoría (algunos expertos hablan de una relación 1 a 99 en esto del enriquecimiento), ha propiciado los extremos mayores de pobreza y riqueza, problemas sociales de toda índole y con ello la explotación y esclavitud de los desposeídos. La política neoliberal de economía no sólo ha destruido el sostén de los más pobres sino que se ha llevado al abismo a lo que se conocía como clase media. El libre comercio a ultranza ha fracasado como lo muestra el Brexit o la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea como resultado de que una mayoría apenas suficiente de ingleses le ha dicho NO a los mecanismos de libre tráfico de mercancías y personas porque consideran que afectaban sus intereses. Se trata de una decepción de la manera de desempeño de las élites del poder económico y político, que en el caso de Gran Bretaña tuvo como consecuencia la dimisión del primer ministro David Cameron. Esto ha llevado a que dentro de las derechas ciertos sectores se estén volviendo críticos de los que gobiernan y planteen reformas para evitar el empobrecimiento de las clases media y media alta sin tener que cambiar el modelo económico, político y social. En otras palabras se puede entender como una renovación de la derecha para sobrevivir en tiempos de macro crisis. Así se observa el avance o derechización en países como Francia, Austria y otros. Lo mismo pasa en América Latina con Macri de Argentina, la destitución de Dilma Rousseff en Brasil y la imposición de Temer, la fuerte presión sobre Nicolás Maduro en Venezuela; en fin, esto parece el término de los gobiernos populares y de enfoque nacionalista.

El ciudadano común en el mundo está desencantado y parece admitir cualquier tipo de gobierno que le prometa el sustento diario y las mínimas condiciones de vida. Le da lo mismo sea de derecha o izquierda, moderado o ultra, lo que importa es subsistir un día más. A partir del 2008 la crisis financiera nos mostró que la economía mundial está sentada sobre dinero virtual expedido sin los fondos necesarios derivados de la producción de bienes y servicios. Es lo mismo que tener en la mano activada una bomba de tiempo sin saber por cuánto tiempo se programó. Esto es una ofensa mayor cuando somos testigos del nivel de vida de los corruptos, de los saqueadores, de los mafiosos incrustados como legisladores, gobernantes o empresarios todopoderosos. Es así que si resulta por ahí un Mesías prometiendo el paraíso suene interesante e incluso atractivo si nos ofrece beneficios en salarios, jubilación, prestaciones, sin darnos cuenta que el sistema que él defiende se ha propuesto todo lo contrario. Dice Ignacio Ramonet en su editorial que el estilo de Trump tiene popularidad debido

a que “habla con las tripas, apela a los bajos instintos y su discurso es maniqueo”. Mr. Trump remueve los bajos sentimientos de ira, homofobia y xenofobia y por eso parece atractivo a sectores con desencanto que defienden su nivel de vida que ven amenazado por los inmigrantes o por quien les pongan en frente; claro, no son capaces de darse cuenta que es el sistema neoliberal defendido por su candidato y sí son muy capaces de hacerlo presidente de Estados Unidos. Para ubicar a Trump en un estilo de político, Ignacio Ramonet apunta que se trata de un individuo que se quiere hacer pasar como auténtico pero en realidad está ubicado a la derecha de la derecha y es un oportunista cuya estrategia se basa en aprovecharse del descontento de los agraviados medios del neoliberalismo.

Las declaraciones ubuescas o absurdas de Mr. Trump no deberían tener oídos atentos en un mundo global jactancioso de moderno, civilizado y desarrollado. Los torpes como Peña Nieto quieren hacerlo entrar en razón explicándole que nuestros migrantes son gente de trabajo, pero son vanos y de tontos sus esfuerzos porque no quieren darse cuenta que esto tiene origen en la crisis sistémica. Explica Ramonet que los llamados medios de comunicación no exponen todo lo que dice Trump y se quedan sólo con lo sensacionalista. No dicen que este candidato despotrica en contra la corrupción en los medios de información, que se declara proteccionista en apoyo del Brexit, que anuncia su plan de anular el Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá, que está en contra del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que rechaza los recortes neoliberales, que critica a Walt Street porque sus estratagemas permiten acumular fortunas personales en perjuicio de muchos, que está dispuesto a unirse con Rusia para terminar con el Estado Islámico, etcétera. Con estas razones ya se nos empieza a aclarar por qué hay norteamericanos que lo siguen tan ingenuos como decepcionados por las políticas de los gobernantes de siempre.

Donald Trump es un producto de las convulsiones que experimenta el imperio de Estados Unidos, un pescador a río revuelto y todos corremos el riesgo de que los abundantes insensatos electores de Estados Unidos lo hagan presidente. Expertos en política afirman que el neoliberalismo ya llegó a su clímax y que lo siguiente es su desgarramiento no sin tirar violentas patadas de ahogado; un mercenario de esas convulsiones es Mr. Trump. Sin embargo, la personera del sistema dominante Mrs. Hillary Clinton no es la mejor opción cuando menos para los propios norteamericanos. Representante del imperio su misión será fácil de decir pero difícil de conseguir; pretenderá como primer mujer presidenta del país más poderosos del planeta, refirmar el liderazgo de Estados Unidos en la política y en la economía mundial frente a las amenazas de potencias emergentes y persistentes como Rusia y China en un contexto donde se debilitan sus aliados europeos y no se diga asiáticos. América Latina no es un problema porque siempre se nos ha considerado vagón de cola o traspatio del imperio, la pertenencia y encuadre en los intereses de Estados Unidos no está a discusión. No en balde en días recientes el maestro argentino Atilio Borón, doctor en ciencia política por Harvard, señalaba que “América Latina debe prepararse para enfrentar un ataque de Estados Unidos” toda vez que no está dispuesto a que en esta región imperen los intereses de otras potencias o muchos menos signos de autonomía, independencia o autodeterminación.

Sin la disposición a conocer y reflexionar sobre estos aspectos de la política internacional y sus derivaciones de la economía global, nos resulta más difícil entender por qué ocurre lo que vemos como manifestación de simples estilos de hacer ruido en los sistemas de elección. Nuestro sistema educativo es desafecto a promover los debates y exposiciones en torno a estos temas y tendemos a decir que de política, deportes y religión es mejor no hablar porque salimos de pleito. Una nueva educación requiere incluir la educación para el debate reflexivo sustentado y reglamentado, desde los primeros años de formación escolar. Recuerdo una propuesta que parecía extraña al promover el conocimiento de la filosofía desde el nivel preescolar; aquí nos asusta la idea, pero en Francia lo han visto pertinente y necesario. Tengo también a la mano la escena de una asamblea de niños de primaria, dirigida por niños en el patio de una escuela de La Habana tratando el tema de los precios del petróleo en tiempo en que gobernaba Hugo Chávez; en México lo vemos caótico e imprudente, en Cuba –reconocida por su alto nivel educativo- es necesario. Si al menos empezáramos los maestros por encontrarnos en mesas de análisis sobre política nacional y mundial, nuestros alumnos agradecerían vernos salir lo más pronto posible de la ingenuidad o de la falta de comprensión de por qué pasa lo que ocurre. Necesitamos aprender a luchar en contra del estilo sensacionalista de los –dizque- medios de comunicación rebasando sus notas de manipulación con la debida reflexión e interpretación de los hechos.

El fantoche llamado Donald Trump puede quedarse en una broma de mal gusto de los norteamericanos para días de Halloween o bien puede ser una pesadilla de años como nos ocurrió con otro dichacharero de estupidez supina llamado Vicente Fox. Aunque todavía no lo entendamos, muchos mexicanos votaron por un vaquerito que los engañó con su palabra llena de sapos y tepocatas. Los educadores tenemos las mejores herramientas para ir más allá que el común de crédulos, pero a veces hacemos como que no entendemos que entendemos muy bien. A nosotros no nos puede bastar el desahogo con expresiones de fatalismo o valemadrismo, tenemos la enorme responsabilidad de ver por nuestra mejor interpretación de los hechos y por fomentar en los alumnos la reflexión crítica para la transformación de sí mismos.

 

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