Log In

Opinión

Agua: Reusar, reciclar

Pin it

Por EDILBERTO NAVA GARCÍA / MASEUAL

Chilpancingo, Guerrero, México, 16 de febrero de 2017.-  En Apango, por cuanto a la escasez del agua de uso doméstico, ya estamos viviendo lo que hace treinta años no imaginamos, pues al abrir el hidrante, la llave, con tanta presión del agua nos botaba el recipiente. Empero poco a poco fue aumentando la población y pese a que se han hecho pingües negocios con obras para incrementar el aforo de agua a esta cabecera municipal, lo cierto es que hoy se raciona lo más equitativamente posible, pues es ya insuficiente.

Aún recuerdo de cuando el doctor Sócrates Salgado Valle, como alcalde hubo de ingeniárselas en convencer a la gente para que aportara su cooperación en la obra de introducción del agua potable, pues debido a que veinte años antes se cooperó para ello, pero lo único que se construyó fue el depósito de distribución en la cima del Tepeyacac o “Los Teyates” donde lució dos décadas pero sin gota de agua, suponiéndose malos manejos de aquellos dineros. Y es que como reza el dicho, “la burra no era arisca”. A ello se debió lo reacio de la gente por volver a cooperar en lo que se sentía engañada, defraudada.

¡Ah! pero conforme se introdujo, nos dimos el gusto de disfrutar de agua en nuestras viviendas, que hasta de los cántaros de barro y los recipientes de lata con palanca al hombro nos olvidamos. Andábamos muy alegres, aunque nos comenzara a doler la desaparición de ese hermoso huerto llamado “Los Corrales” con bastante caña, trapiches y muchos árboles frutales.

Cierto, ya no sufríamos por la falta de agua a causa de los derrumbes del tres veces centenario caño, sobre todo en Tecuanicha, pero tampoco se elaboraba ya la panela o panocha como era más conocido el ahora piloncillo; ni saboreábamos la miel correa con pan blanco, ni tomábamos el agua miel de caña morada, carricilla e incluso de esa caña amarilla, que llaman de Castilla; tampoco las piñuelas ni las flores y los orondos alcatraces permanecieron en el curso de los caños o acequias. Un cambio provocó otros cambios, como la desaparición de los aguadores. Ya en muchas viviendas se contaban con toronjos, limón agrio, limas y mandarinas, pero sobre todo, epazote, axoxoco yerbabuena, yerbas de olor y sabor para los nutrimentos alimenticios o de curación como la ruda y la albahaca, por nombrar algunas. Antes ese verdor sólo lo había por el curso del agua sobrante de la llamada Caja de Agua, con tres quiebres en distintas calles para atravesar el pueblo.

Se dice, cuando se entubó el agua, había una sola escuela primaria de organización completa, con escasas cinco generaciones entregadas al garete, sin orientación vocacional y para más que la verdad, sin opciones de continuar estudiando sino a condición de abandonar el terruño, marchando a otras partes como parias, sin más acompañamiento que la maciza ilusión de aventurarse a los desconocido.

Ahora es ya insuficiente el agua; aún más, ya la tubería de la conducción original ha quedado sepultada, pues una nueva obra se ejecutó siguiendo un trazo más recto en la quebrada serranía. Sólo trece o catorce años tuvimos agua en casa todos los días. Los usuarios pagábamos una cuota fija por cada toma y nadie protestaba por ello. Había un comité que operaba el sistema de distribución, pero las reparaciones y pequeñas ampliaciones de la red siempre la realizó la autoridad municipal. Se vieron entonces los deshonestos manejos de los dineros y en asamblea popular fue destituido Cornelio Díaz Miranda, presidente del comité operador. Desde ése entonces en Apango no pagamos un centavo por consumo de agua y ya nos mal acostumbramos. Es una manera de manifestar nuestro odio a la corrupción que lleva a la ruina a los pueblos.

Datos hay que ese entonces sólo 700 viviendas había en Apango y casi cien las que no contaban con toma de agua, unas por ser casas no habitadas y otras por ser sólo solares sin construcción alguna. En 1990 ya eran más de 800 tomas y se optó por dar agua un día sí y otro no. No era problema, porque debidamente avisados, ya todo mundo contaba con tanques de cemento. Bien pocos pensaron en la utilidad en la conveniencia de comenzar a almacenar mayores cantidades de agua construyendo cisternas, pues Apango sin ser ciudad ya comenzaba a padecer la escasez de agua para consumo humano. Ahora hasta las cisternas salen sobrando a falta de agua. Por eso en varias familias reusamos el agua, la reciclamos. Es un detalle importante en el curso de estos tiempos, sobre todo para los niños y jóvenes, pues se duda que se repita aquello de cuando nos llegaba el agua con mucha presión. Sobraba agua y por eso nadie se incomodaba porque alguien lavara su auto a media calle, lavara chiqueros y bañara sus puercos con suficiente agua. Ahora eso no es justo y es casi imposible.

MASEUAL Noticias, es un sitio de información periodística en internet, con más de 17 años de experiencia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Log In or Create an account