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Columna

MÉXICO DEL NORTE

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Por JORGE MÚJICA MURIAS / MASEUAL

*  La Muerte del Muerto

Chicago, Illinois, Estados Unidos de América, 23 de junio de 2017.-  Corría el año 2003, en octubre por más datos, cuando los periódicos publicaron una nota curiosa: Las víctimas en las Torres Gemelas de Nueva York no fueron 2,792, sino 2,752, 40 menos que los antes contabilizados. Las listas oficiales fueron obra de varias agencias de la ciudad de Nueva York, entre ellas la alcaldía y la policía. La reducción en número de los muertos fue debida a que no se pudo demostrar la existencia de los 40 muertos.

Curioso, pensaríamos, pero no tanto. Lo que pasó no es que no se haya demostrado que esas 40 personas murieron, sino que no se pudo demostrar, a juicio de estas agencias, que vivieron, requisito al parecer indispensable para morirse.

La explicación de la paradoja es que “eran inmigrantes ilegales”, dicen las agencias. Sus trabajos no estaban documentados, por aquello de pagarles en efectivo y no ponerlos en nómina, para que luego el patrón se lave las manos por contratar indocumentados.

El caso es que hay que vivir para poder morir, al menos legalmente. Por eso me sorprende enormemente que la cadena Univisión y otros medios reporten como “noticia de último momento” que se murió DAPA. En memorando fechado el 15 de junio, el Secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, anunció que rescindió el programa de Acción Diferida para Padres de Ciudadanos Estadounidenses y Residentes Permanentes Legales, obra de Barack Obama, que tenía fecha del 20 de noviembre de 2014.

DAPA era el fallido y tardío esfuerzo de Obama de congraciarse con la comunidad inmigrante después de deportar a más de 3 millones de personas. Supuestamente protegería de la deportación a 5 millones de inmigrantes sin papeles. Pero nunca protegió a nadie, nunca nadie tramitó nada, nunca vivió, porque los tribunales lo congelaron en febrero de 2015. Así que no puede morirse.

Pero así lo reportan: “Esto significa que el programa DAPA ya no existe’, explicó Ezequiel Hernández, un abogado de inmigración que ejerce en Phoenix, Arizona, y que colabora frecuentemente con el Noticiero Univisión. ‘Al no existir, ya nadie podrá pedirle a un tribunal que lo revise para ponerlo en vigor”.

Y eso es cierto, nomás que desde el 20 de junio del 2016, cuando la Suprema Corte anunció que no había decisión al respecto, nadie había pedido nada ante ningún tribunal.

 

DACA para Todos

 Curiosamente, lo que no está muerta, sino vivita y coleando es DACA, el programa de los “Dreamers”, los chamacos que llegaron antes de los 16 años.

Digo curioso porque durante su campaña electoral el Trompas lo calificó de “amnistía ilegal”, dijo que le iba a “poner fin de inmediato”, y que Obama “desafió las leyes federales y la constitución” al ponerlo en efecto.

Pero El Trompas simplemente no ha cumplidosus promesas de campaña. Por el contrario, el mismo Departamento de Seguridad Nacional anunció que lo continuará, pero curiosamente esa noticia no tuvo la relevancia de la muerte del muerto. La nota de Seguridad Nacional dice que “quienes ya son beneficiarios de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, programa establecido en 2012 conocido como DACA, ‘seguirán siendo elegibles’ para renovar su estatus cada dos años y que ‘ningún permiso de trabajo será cancelado antes de las fechas de expiración actuales”.

Para algunos activistas de inmigración esto es una “victoria”. Para mí, ese sí es más bien el cumplimiento de la agenda trompiana. Me explico: la retórica trompiana dice que Estados Unidos debe saber quién entra por sus fronteras, si son “criminales” o nó, y que los inmigrantes deben pagar impuestos y bla, bla, bla.

DACA es precisamente eso. Aunque El Trompas haya amenazado el programa, en realidad es exactamente lo que pregona. Los 800 mil “dreamers” tuvieron que pasar por una extensa verificación de su identidad, de sus antecedentes criminales, tuvieron que pasar por el piano, es decir, poner sus huellas digitales. Además, el gobierno sabe en dónde viven, con quién, sus edades, tiene sus fotos y cualquier otro dato que se les pueda ocurrir.

Por otro lado, son inmigrantes sin derechos más que los mínimos. Si trabajan, tienen derechos como trabajadores, pero eso no es novedad. Todos los trabajadores tienen derechos sin importar su estado migratorio. Pero como inmigrantes, sólo tienen derecho a un número de Seguro Social y permiso de trabajo. No tienen derecho a la residencia legal y mucho menos a hacerse ciudadanos algún día, y por lo tanto no van a votar, así que no representan un peligro político para los Republicanos. Tienen que renovar su permiso de trabajo cada dos años, y tienen que pedir permiso para viajar y volver a entrar al país. Eso sí, pagan impuestos.

Si, el preciado programa de Obama encaja perfectamente en el discurso de El Trompas. En una de ésas, la ultraderecha termina dándonos ese terrible estatus a todos…  mexicodelnorte@yahoo.com.mx

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