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Opinión

EL COACHING COMO MÉTODO DE APRENDIZAJE ENTRE ESCUELAS PARES

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Por JOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

El entrenamiento de los profesores para aplicarse a la reforma educativa

Jojutla, Morelos, México, 28 de febrero de 2018.-  En el patio de una escuela se observa a un grupo de profesores formados en fila ante un personaje masculino que se dirige a ellos indicándoles: “Todos viéndome a mí, todos viendo de este lado. Yo les voy a leer una frase y ustedes se van a poner ‘sí para mí’ (señala con su brazo a la derecha) o no para mí (señala a su izquierda)”. La dinámica que propone el monitor es colocarse de acuerdo a lo que consideren adecuado para completar frases relacionadas con el aprendizaje entre pares, la ruta de mejora y cuestiones afines. Son maestros de secundaria que desarrollan las tareas del Consejo Técnico Escolar (CTE); en esta ocasión se inquiere a su sentido común para que afirmen o nieguen lo que se les va a leer. El monitor o coach repite las instrucciones y cuando una maestra pregunta: “¿Y si no quiero nada?”, él contesta: “Te quedas en medio y te convencemos”, muchos se ríen. En esta respuesta hay algo de broma pero más de verdad porque el tipo de frases que se proponen no plantean realmente ninguna polémica y más bien se entiende que se busca el rápido consenso. El monitor lee la primera proposición: “Okey, ¿el aprendizaje entre escuelas debe ser de cambio y colaboración entre pares? Sí para mí, no para mí” (señala para invitar a colocarse en alguno de los dos lugares indicados). Todos se colocan en el SÍ y algunos hasta más allá de lo necesario. La siguiente frase dice: “El aprendizaje entre escuelas debe ser una tarea sistemática y ordenada que permite asumir compromisos”. Casi todos pasan al SÍ pero algunos se quedan al centro, el monitor los ignora y pasa a la siguiente frase: “El aprendizaje entre escuelas debe ser una tarea sistemática y ordenada que permite cumplir con los propósitos”. El monitor observa que todos se colocan en SÍ y pide que alguien explique la razón; un participante contesta que porque todos tienen que estar de acuerdo y el coach lo apoya diciendo: “Okey, todos estamos en una misma línea, tenemos una misma preocupación. Tercera frase: “El aprendizaje entre escuelas debe ser una tarea para dialogar acerca de aspectos ajenos a la práctica docente”. Todos se colocan rápido en NO. El monitor reafirma: “Okey, estamos todos de acuerdo porque estamos aquí para discutir y apoyar ¿a quién? (en coro con los profesores) a los alumnos”.

Y así por el estilo esta sesión de CTE se desarrolla entre acuerdos y más acuerdos porque todos aparentan estar en “la misma línea”. Solamente, como para desaburrirse algunos maestros se colocan en lado contrario a la mayoría pero cuando habla el monitor “se convencen” rápido y se pasan con los demás. Así ocurrió en la frase: “El aprendizaje entre escuelas debe ser una manera de contribuir al logro de metas y objetivos de la ruta de mejora escolar, sí o no”. Casi todos se mueven al SÍ pero una maestra en actitud decidida se pasa al NO y cuando los demás se interesan en su porqué, ella explica que la ruta de mejora se llega a tomar como algo rígido y no se tiene la disposición de reorientar los esfuerzos. El monitor le aclara que la ruta de mejora no es “estática” sino “dinámica” y que se puede modificar; la maestra se convence y se pasa al SÍ. El que coordina no se interesa en las experiencias de la maestra que opinó distinto, lo cual habría revelado los procedimientos de aplicación de la mencionada ruta. El instructor se da por satisfecho con sus afirmaciones y da paso a lo que

sigue. Bajo el título “Dinámica aprendizaje entre escuela 6° CTE” quien guste puede consultar el video completo en la red de redes.

Derivado del mundo de los deportes, el término inglés coaching se traduce como “entrenamiento” en diversas capacitaciones sobre todo en el mundo de las habilidades para desarrollar negocios. Casi cualquiera puede ser un coach o entrenador porque realmente no hay un control sobre el negocio de vender coaching para todo tipo de tareas. El negocio de enseñar a hacer negocios se promueve más bien como un encandilamiento para hacer creer al cliente que en él se encuentra al próximo Bill Gates o al Carlos Slim de tierras aztecas; un manejo motivacional, un psicologismo abaratado resuelve el problema de las barreras que nos impiden a los comunes salir de ser unos don nadies. Para que funcione se evitan las cuestiones polémicas y el asunto se inclina más hacia los temas de fe que a la reflexión argumentada. Es como dice el coach de los maestros, “todos estamos en la misma línea”. Por eso las frases de este entrenador siguen la fórmula “Debe Ser”, en un afán de inculcación que no de construcción reflexiva ni mucho menos crítica.

El problema de proveer formación continua a los docentes está atascado en el vicio de la improvisación, la simulación y el planteamiento ligero y apresurado de cuestiones esenciales que se trivializan. Generalmente los coordinadores son docentes seleccionados porque se hacen notar de alguna manera, porque se sabe que cursan algunos estudios, porque son apegados a la administración y han desarrollado ciertas características de liderazgo de grupo; son los coach que le sacan al buey de la barranca a los mandos medios y altos para que presenten estadísticas y fotografías acerca de los “avances” que están logrando. En estos tiempos el asunto se complica más por la resistencia docente explícita o implícita ante la llamada reforma educativa que produjo el mal gobierno de Peña Nieto y secuaces. Una estrategia para sobrevivir a instrucciones absurdas es tomárselo no tan en serio, pasar el rato lo mejor posible, decir con la cabeza que sí mientras el corazón y el pensamiento están en otra cosa. Tiempos preelectorales generan mayor incertidumbre todavía y un cruce de dedos porque ya se termine la pesadilla de este sexenio. No debe ser sencillo andar de coach por ahí poniendo cara ante profesores que a lo sumo aparentan estar donde les dicen y “seguir la misma línea”.

A pesar de esta realidad desalentadora es necesario subrayar la importancia del aprendizaje entre pares porque tiene bases teóricas y prácticas para afirmar que una oportunidad para darse cuenta de lo que normalmente no se ve, ni se siente. La realidad es adversa a la colaboración porque de algún lado nos llega el mensaje de que es mejor trabajar por uno mismo que en unión de otros; sin embargo, para que la propuesta no sea un parche mal encimado se requiere mucho más que coaching de mala calidad, mucho más que actitudes autoritarias para hacerse temer por los subalternos, mucho más que obligar sin persuadir, que imponer sin convencer. Por supuesto que es riquísima la veta de aprendizaje que se esconde en las experiencias de vida y conocimientos de los pares que apenas si conocemos de reojo; es indudable que la unión de esfuerzos es superior al ensimismamiento. El problema es que la

corta visión pedagógica de los que administran es creer falsamente que su papel es vigilar y castigar. Este enfoque empuja hacia la simulación y al riesgo de que los maestros se queden girando alrededor de apreciaciones y desempeños resultantes del simple sentido común cuando no de motivaciones extra profesionales. La tarea de aprender a reconocerse en el ejercicio de la docencia no es tan sencilla como ponerme enfrente de un espejo y decirme qué bien me veo o no me gusto. Sin las bases teóricas ni las herramientas para incursionar en la investigación de la práctica docente propia y de otros -producto de la formación técnica de muchos profesores- no se puede demandar otra cosa que “seguir la línea”. Ahí está el plan con maña, enfrentar a maestro contra maestro para que se hagan comparaciones improcedentes, para que predomine la visión del practicismo, para que persistan factores extra educativos y se ahonde la falta de colaboración. ¿No sería mejor empezar por crear las condiciones de colaboración generadas por un cuerpo directivo que logre aglutinar al menos al personal que supuestamente coordina a favor de un proyecto escolar en el que todos tengan motivos para comprometerse? Abundan los ambientes labores de contradicciones, displicencias, competencias e individualismo, urge hacer patentes las causas. La primera acción podría ser elaborar el diagnóstico escolar apoyado en evidencias confiables para determinar quiénes somos, cómo estamos, qué queremos, hacia dónde vamos en cada centro escolar y con respecto a la comunidad.

Es posible reconvertir el aprendizaje entre pares saneándolo de artimañas, vicios y complacencias. El maestro no debería desempeñarse con síntomas de asfixia por tanta presión innecesaria, con desaliento, ni con la actitud de un burócrata automatizado. No se puede pasar por alto el trabajo para fortalecer el tejido de las relaciones humanas en la escuela con objetivos y compromisos claros con la educación integral, colaborativa, crítica y transformadora de los sujetos que a su vez actúen para cambiar al mundo que esté a su alcance. En tiempos de una reforma educativa incierta y sin respaldo social es un absurdo pretender ignorar la realidad y tratar de sacar a rajatabla los mandatos recibidos; la realidad no opera a punta de deseos, de órdenes o de amenazas. El papel de los directivos y de los entrenadores podría reorientarse a ser menos cadenas de trasmisión y más compañeros de sus compañeros, no para solapar sino para construir juntos. Es penoso observar a despistados directivos de nuevo cuño, que obtuvieron la plaza por una serie de requisitos que les impuso el sistema pero se les olvidó orientarlos en calidad humana. Entre el coach y el capataz no rescatarán a la educación pública mexicana porque no quieren pensar con cabeza propia ni tampoco les interesa el bienestar de sus pares, están centrados en lo que se imaginan como una trayectoria de éxitos personales. Estamos viendo una reforma que da patadas de ahogado y es absurdo que alguien insista en colgarse de ese hilo tan delgado.

Sin argumento válido, con la pura imposición, se pretende propiciar que los maestros observen las clases de otros maestros para que emitan algún criterio o valoración, lo cual en sí mismo no debería de incomodar a nadie. Pero cuando el procedimiento se percibe como una amenaza o como el acatamiento a una orden superior, la cuestión puede derivar en que se reaccione preparando una clase para impresionar o bien a que el observador agudice vista y oídos para

que atrapar al otro en sus fallas porque así le dijeron que lo hiciera. Entonces, lo que se supone pudiera ayudar a mejorar se convertiría en punto de fricción que impide la colaboración. Esto sucede cuando no hay condiciones para el ejercicio debido a factores como: falta de conocimiento y/o dominio de instrumentos de observación, así como falta de un enfoque epistemológico definido para sustentar los objetivos y procedimientos de observación; ambiente laborar de aislamiento entre profesores, rechazo a la colaboración y falta de proyecto escolar específico; la cuantificación de los observables de manera que se pierda entre cifras su esencia cualitativa; el predominio del estrés de los observados por temor a equivocarse; el tratamiento de los resultados sin un procedimiento confiable de análisis y sistematización. Para que las observaciones de clase entre pares sirvan al mejoramiento de la práctica de los docentes debe existir en primer lugar el compromiso y la disposición de los involucrados, confianza y no sentimiento de amenaza, profesionalismo en la aplicación de técnicas y en la interpretación de resultados. Moverse en la vacuidad, seguir instrucciones en cascada porque no se sabe hacer otra cosa, es al menos una gran irresponsabilidad de quienes están obligados a procurar lo mejor para maestros y alumnos.

Se ha convertido en un enredo lo que lleva de aplicación la dichosa reforma educativa peñista. Dilemas surgen por doquier y las confusiones nos pueden entorpecer más y más el acercamiento a la ruta de rescate de la educación pública. A quien critique el coaching que se aplica a los profesores se puede replicar que algo es mejor que nada. De los maestros se percibe complacencia –tal vez estratégica- con las instrucciones superiores y faltan propuestas para mejorar más allá de “seguir la línea”. Los que mejor conocen a las comunidades son los profesores, pero es raro que ese conocimiento se encuentre registrado y disponible para su estudio e interpretación relacionada con lo que sucede dentro de la escuela. El acontecer social en su dimensión macro casi no se toca en los argumentos de los docentes y predomina una visión fragmentada de la realidad. Con la excepción de algunas prácticas locales y regionales no se tiene información de experiencias alternativas para transformar a la escuela pública mexicana.

El coaching es un método de transmisión de saberes y de asesoramiento de prácticas para el desarrollo de habilidades a pedido de esquemas que no se discuten. Ha sido de esa manera y seguirá siendo en la medida en que no se retome la formación docente en filosofía de educación, tanto para identificar el enfoque teórico de los entrenamientos recibidos como para constituir un basamento que fortalezca una visión superior de lo que significa ser docente liberado del Deber Ser que tanto le gusta recalcar a los entrenadores. En cada curso, taller o CTE tendría que aclararse con qué fundamento filosófico se está trabajando. Con las cartas sobre la mesa podría darse el paso de entablar debates acerca del sentido de las actividades tipo coaching y se daría la oportunidad de abrir el abanico de posibilidades de mejoramiento. Como pretendió decir la maestra que señaló a la ruta de mejora como imposición, la clave está en comprender y mirar con la relatividad necesaria para no quedar anquilosados. Un apoyo determinante en el cambio educativo sería la demanda de los profesores para que participen los pedagogos críticos a través -al menos- de la opciones digitales de modo que también se

tenga la oportunidad de participar en los debates entre expertos. Es también fundamental que los profesores se provean de recursos teóricos para sustentar el enfoque cualitativo y humanista de las observaciones de clase, sus registros y su interpretación. La consecuencia debería ser la generación de proyectos de escuela y de grupo para modificar, corregir y transformar sin que nadie se sienta o sea amenazado en su autoestima ni en su desempeño profesional.

El entrenamiento laboral tipo empresarial no debería ser aceptado sin más ni más en las escuelas. La dignidad de los docentes no se puede lastimar con un trato que minimiza sus participaciones al nivel de subordinado que no chista. El aprendizaje entre escuelas pares puede ser una opción de mejoramiento siempre y cuando no se salga del control de los maestros comprometidos y claros en los objetivos de labor destinada al pueblo que depende de la enseñanza pública. No lo será en la medida en que gane la burocracia como hasta ahora lo viene haciendo. Hay un coach que no se puede equivocar, se trata de la conciencia de cada uno al momento de revisar lo que se hace y para qué se hace.

 

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