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Estado Opinión

LA ENTREVISTA

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Por JOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

  Interpretación del duelo de pensamiento

entre un grupo de conservadores

y un utópico

Jojutla, Morelos, México, 30 de marzo de 2018.-  Como para generar una gran expectativa, la entrevista se abre con la toma de un escenario donde aparecen siete sillas, siete mesitas con tazas, y luces de reflectores que apuntan hacia el centro del plató, rodeado todo de un ambiente a media luz. Tal vez los productores de La entrevista no se imaginaron la trascendencia de sus acciones más allá de los trasfondos e intereses que los mueven bajo la marca que identifica a Milenio: representar al conservadurismo más reacio a admitir que México necesita cambios políticos, económicos y sociales que le permitan salir de sus profundas y prolongadas crisis. Sin embargo, lo hicieron con trascendencia porque el resultado –seguramente no el deseado para Carlos Marín y acompañantes- ha venido a convertirse en una lección de historia, formación cívica y filosofía que ayuda a esclarecer el estado de cosas en este país tan mal acostumbrado a la mercadotecnia electoral. Las respuestas del entrevistado resistieron el choque de posiciones entre el pensamiento conservador y el proyecto de nación que se viene construyendo desde hace al menos doce años, sin contar toda la experiencia de vida del protagonista. En varios momentos La entrevista derivo en debates que exhibieron la desesperación de un moderador (Carlos Marín) que perdió el control simplemente porque el otro no se dejó intimidar por sus pretendidas reglas ni por sus interrupciones que llevaban la carga de un martillazo. El hecho es que La entrevista contiene varios aspectos que rebasan a tantas otras entrevistas y los cuales conviene revisar y ponderar su importancia durante este periodo electoral.

Puede ser que a Carlos Marín, el periodista fácil de identificar por sus comentarios al margen de las noticias, siempre exhibiendo su carácter, temple y figura a favor del sistema que lo consiente, le funcione en otras partes su de cara de papá regañón o jefe implacable para imponerse ante sus entrevistados o a sus empleados, pero sólo logró ponérsela fácil al entrevistado que con su actitud de serenidad, seguridad y control de la situación en sus respuestas marcó rápidamente el contraste que atrae al auditorio que pone atención a lo que se dice y cómo se dice; además la táctica del entrevistado –advertido de por dónde venía la entrevista conociendo a sus varios interlocutores- fue eficaz porque no permitió que lo obligarán a responder de manera ajustada e incompleta. Con la elegancia de la amabilidad y el respeto de parte del entrevistado se llegó al punto de señalar discrepancias con toda claridad y oportunidad pero sin perder los estribos, lo que tal vez hubiera gustado a los entrevistadores para apoyar la denostación que se tenía preparada. Esto y más llevó al moderador a la desesperación al grado de gritar: “¿Qué hay nada que te guste de lo hecho?”, en un intento de obligar a reconocer que “lo que no se cuenta también cuenta”. Los otros intelectuales orgánicos de la derecha también se frustraron al no poder arrancar la posición a favor o en contra del matrimonio igualitario (lógicamente con el ánimo de moverle las aguas de los sectores religiosos que se ha echado a la bolsa el candidato), al no poder lograr la declaración aguerrida de que la reforma energética “va para atrás” a como dé lugar a pesar de que le pusieron enfrente los pronunciamiento del amigo Paco Ignacio Taibo II al respecto; se frustraron porque la lógica del entrevistado quedó incólume al centrarse en precisar que se revisarán los

contratos y se hará el debate que no se hizo con las participaciones de todos los actores sociales en relación a las reformas estructurales. Se le quiso dar lección o recordatorio de que dichas reformas están amparadas en cambios constitucionales y que el presidente no puede modificar o revocar a voluntad. Lección de preescolar en política, el entrevistado la reviró con un despliegue de conocimiento de la historia nacional, de los procedimientos para las reformas constitucionales y hasta de anécdotas para ilustrar a los entrevistadores sobre el origen de ciertas artimañas del sistema político nacional. Desde un principio La entrevista no funcionó para los inquisidores que tenía consignas de bajarle puntos al puntero.

En el tema de la reforma educativa, el insigne Héctor Aguilar Camín se lanzó preguntando si se va a cancelar o “echar para atrás” como prefirió señalar. Maestro de los matices el candidato presidencial respondió que “si se requiere se hará” porque “no se puede seguir culpando e insultado a los maestros” y porque ninguna reforma funcionará si no se les toma en cuenta. Son las frases que se le han escuchado al protagonista en sus mítines ante los maestros, pero Carlos Marín acotó que se le ofreció a los maestros de la CNTE entregarles el sistema educativo de Oaxaca, agregando que son los “peor calificados del país”. Los ojos de puñal de Carlos Marín destellaban coraje e impotencia, grave error de un comunicador presuntuoso de profesionalismo periodístico. Cuidadoso el entrevistado aceptó que la reforma educativa es tema de reforma constitucional que le corresponde al congreso pero vinculó el envío de la iniciativa de su parte, a los resultados de un extenso debate y una consulta.

La insistencia de la consulta para derogar reformas constitucionales que estén afectando a los intereses de la nación, casi les dio risa a los entrevistadores porque argumentaron que temas cruciales no se pueden reducir a contestar una papeleta de consulta con un sí o un no. Insistieron en la “suficiencia” de la representación popular en las cámaras para discutir a fondo los temas importantes para no trivializarlos y votar con desconocimiento o emotividades. Inevitablemente al grupo editorial se le filtró el pensamiento conservador que confía en los elegidos para gobernar (coquetos con aquello de la aristocracia o gobierno de los mejores). Carlos Marín, el moderador y el supuestamente más centrado, no pudo resistir arrojarse al ruedo con la espada del menosprecio y la generalización corriente cuando aseguró que las consultas no sirven porque lo mismo se votó por Hitler en el 33 en una elección democrática y que “las equivocaciones de los pueblos suelen ser pavorosas… habías de ver a mis paisanos huachicoleros, a los saqueadores de tiendas con el gasolinazo”. Discrepancia total con el candidato que respondió diciendo que se equivocan menos los ciudadanos que los políticos. La generalización de Marín logró únicamente exhibir su menosprecio de lo que suene y huela a pueblo, a consulta, a democracia participativa, a salirse del corral dónde él y su equipo viven cómodamente. Ante cada pregunta amañada el entrevistado respondió preguntando por qué no, que si acaso no es tiempo de hacer las cosas diferentes a como nos han obligado desde los organismos internacionales. La utopía, esa palabra peligrosa apareció provocando la estupefacción de Azucena Uresti, la única mujer entrevistadora. Para el pensamiento conservador la palabra utopía es kriptonita porque no puede otra cosa que descalificar o quedarse dando vueltas por la luna y más allá.

El pensamiento cuadrado del equipo Marín que trató de apabullar al candidato de MORENA preguntó también sobre el tema de seguridad y volvió a brotar la diferencia de entre quienes ven –convenenciera y cerradamente- sólo las consecuencias de la delincuencia y quien liga el asunto a la resolución de las causas. Para unos el deseo de comprometer al entrevistado con una cifra en la baja del número de delitos y la explicación de cómo piensa lograrlo; para el otro una visión holística que relaciona delincuencia con sistema económico y social, jóvenes en la delincuencia obligados por las circunstancias y necesidad de abrirles opciones en el estudio y el trabajo. De ahí otra vez el debate de si los jóvenes merecen un lugar en la universidad sin aprobar un examen de selección, la cara encendida de Marín furibundo porque el país sufriría las consecuencias de igualar a los peores con los mejores; la sacrosanta selectividad como premisa de la vida biológica y social. El choque ocurre porque lo “normal” para los milenios es la desigualdad, la explotación laboral, la discriminación, los elegidos de arriba siempre sobre los de abajo. En esencia La entrevista dejó ver la distancia entre el conservadurismo y un imparable movimiento de resistencia a ser esclavizados aunque sea de manera moderna y tecnológica. Para el buen entendedor no deberían de faltar argumentos y darse cuenta de lo que significa el avance del movimiento social alrededor del candidato presidencial de MORENA; se trata de una oportunidad –tal vez no repetible a corto y mediano plazo- de propiciar cambios sociales antes que la nación se nos desbarate en mayores desgracias y lacras a las que ya padecemos desde hace mucho tiempo.

No pudiendo desestabilizar al entrevistado porque ya tiene bien marcadas sus estrategias políticas y de proyectos –sobre todo considerando la experiencia acumulada en tres campañas electorales-, los milenios pretendieron atrapar su presa con aquello del mesianismo y el afán de estadista a la altura de Juárez. “Te a quedar el país chiquito”, dijo Jesús Silva Hersog, tratando de hacer ver la megalomanía que quiso atribuir a su interlocutor invitado. A lo cual se respondió que no se pretende ser un presidente mediocre, que no hay ego sino motivos y necesidad de trascender como país ante los problemas sociales que se viven. El derecho al beneficio de la duda no es mucho si se considera que el llamado no es a seguir ciegamente a un personaje sino al compromiso de construir entre todos un nuevo proyecto de país en el que se haga el esfuerzo por incluir a los excluidos, por restarle y eliminar privilegios a los que sin merecimiento han saqueado a este rico país para pocos y mísero para muchos desfavorecidos, a un proyecto que rescate los principios de la dignidad social, de la pertenencia. de la identidad y la colaboración. Ciertamente, estamos acostumbrados a desconfiar de todo y de todos, a estar agazapados para ver por dónde se puede recibir el mayor beneficio individual. Bien, con esta interpretación de La entrevista se propone discutir en familia, en grupos cerrados y en grupos abiertos el contenido de este duelo que terminó en una aparente paz y concordia de los siete contertulios. Por lo pronto, tratando de precisar algunos puntos de reflexión se proponen algunas ideas a manera de conclusiones muy provisionales:

1. Es innegable que al día de hoy el candidato entrevistado es el mejor posicionado e incluso reconocido internacionalmente como la única opción diferente a lo ya conocido en cuanto a modelos de gobierno sustentados en la aplicación fiel de los mandatos neoliberales. Si, por la razón que sea, se frustra la decisión ciudadana estaremos ante un escenario de profunda

depresión social y se pueden hacer manifiestas posturas que rechacen el cambio político por la vía electoral. El pesado lastre que se atrevió a cargar José Antonio Meade y su propia participación en los gobiernos saturados de corrupción y abusos de autoridad, lo tienen en mira de los que le achacarán la salida del PRI del gobierno federal y de varios otros puestos en los estados y municipios. Para Ricardo Anaya la cosa no es menos fea porque su trayectoria no lo presenta libre de corruptelas ni de trampas dentro de su propio partido. Se trata de llegar a la determinación de qué es lo más conveniente si no queremos seguirnos quejando y nada más.

2. No se trata de ver al candidato puntero como un iluminado o un dechado de virtudes y de perfección. Su estrategia para avanzar hacia el consenso social mediante la integración de lo más variopinto de este país necesariamente provoca polémica, descontento y crítica feroz aunque por el momento se note aislada. Entre tanta recolección de cacharros, es lógico que MORENA ha refrendado y recogido hasta lo menos reciclable, que muchos de ellos están tan enviciados que seguramente fallarán llegando al poder y que la revocación de mandato debe ser una realidad para sacarlos y enjuiciarlos en cualquier momento. Entender que el proceso de cambio puede iniciar el primero de julio pero que el voto es apenas un símbolo o señal de que todos estamos comprometidos a hacer algo por nosotros mismos y por este país.

3. Dejar en claro que las contradicciones entre el conservadurismo y el progresismo –por llamar de algún modo a su contrario- no se terminarán porque se cuente con un gobierno de amplio apoyo social. Anticipar que el revanchismo y la contra labor se pueden desatar si los potentados ven que se afectan sus intereses en lo mínimo, que la campañas de odio y de rencor entre clases o grupos sociales se alentarán para recuperar el poder a como dé lugar. Todo eso nos advierte que no es posible soñar el cambio social como el regalo de un hombre respaldado en millones de conciudadanos. El tema de la trascendencia, la utopía es que cambiemos todos lo que tengamos que cambiar para acercarnos a un sistema social donde ya aparezcan la justicia, la equidad y el servicio público libre de ladrones. No hay magia en este proceso aunque nos gustaría que Amloman nos resolviera todo.

4. Queda como lección de La entrevista exigirles altura, contenido y actitud a los demás candidatos que participarán en debates políticos. A todos ellos se les debe exigir dominio del Logos y ningún abuso del Pathos, es decir dominio de los temas, conocimiento de qué, por qué y cómo y mucho menos apelaciones o la manipulación de emociones. Queda rebasado el caso de si el candidato o candidata es guapo o guapa, si tiene el aire o no de benefactor y si sabe repartir despensa u otras mercaderías que se compran a votos. Cuenta mucho lo que conozcamos de su trayectoria en beneficio de su comunidad o en beneficio propio; cuentan ahora sus principios o prejuicios manifiestos o implícitos en sus frases y en sus actitudes. Los títulos universitarios valen ahora menos que el corazón humano y la experiencia de vida sin desdeñar que todos necesitamos seguir aprendiendo permanentemente. El reconocimiento social o Ethos ya será resultado de la manipulación de conciencias sino la consecuencia natural de la evaluación sensata y equilibrada de la actuación de cada aspirante.

Este año la primavera inició con una entrevista que puede ser recodada como la señal de que es posible empujar algo todos los días para que las cosas sean distintas. Pese a que obviamente sus propósitos eran otros, hay que celebrar la acción de los milenios al habernos presentado las dos caras de la luna y hacernos pensar que sí es posible ganarse y darle su lugar a cada quien en esta diversidad histórica que nos caracteriza. Empezar por oírnos y escucharnos es vital para rehacernos. A pocas horas de que arranquen las campañas electorales en México, ya no hay tiempo para pasársela desadvertidos y ajenos, nos necesitamos comunicados pese a que se nos viene dificultando el entendimiento. La primavera mexicana puede ser esta, no se ve otra oportunidad cercana. Una primavera que podemos prolongar incluso para Carlos Marín y compañía.

 

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