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Estado Opinión

EDUCANDO A EMILIO

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Por JOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

Jojutla, Morelos, México.-  Es de mala educación hablar lo que se nos venga en mente cuando estamos enojados, levantar el dedo índice en actitud de imponerse a los demás; es de mala educación decir mentiras o salir con qué “dice mi mamá que siempre no”; es de mala educación hacer berrinche diciendo que “llueva o truene” se hará tal cosa que queremos que se haga. Juan Jacobo Rousseau, el filósofo y pedagogo francés del siglo XVIII se sentiría muy frustrado de ver que su Emilio de plano quedó ignorado en cuanto a la educación de algunas personas que son el vil producto de la sociedad corrupta que mal hace a los hombres cuando los aleja de la bondad que les es propia por naturaleza. Los malcriados son, casi siempre, el resultado de la sobreprotección de los padres que les hacen sentir que hagan lo que hagan ahí están ellos para protegerlos. Contra eso advertía Rousseau cuando escribió Emilio o de la educación, uno de los primeros ensayos formales de la pedagogía que aún hoy se siguen estudiando para abrir el debate en torno a la búsqueda del modelo educativo ideal. Es bueno y necesario recordar al ginebrino porque su hombre “bueno por naturaleza” retratado en el Emilio queda sonrojado al ver los desatinos de conducta en los que puede caer un personaje a quien se le ha encargado la administración de la educación pública en México. Un nuevo villano o héroe a quien podríamos llamar Súper Emilio, el escudero de los energúmenos, ha irrumpido con su frase célebre: “llueva o truene todos los maestros serán evaluados”. Y llevamos unas horas de evaluaciones, y ya llovió, y ya tronó y NO todos los maestros que se propuso el señor Chuayffet para este periodo han sido evaluados. Berrinche, altanería, autoritarismo, esas son algunas de las señales que manda al mundo un flamante y malcriado Secretario de Educación Pública que lo mismo dice una cosa o dice la otra.

La iracundez de don Emilio Chuayffet se ha convertido en nota periodística tanto por la forma como por el contenido del sketch que protagoniza. En la forma se muestra como un secretario de estado perdiendo el control de sus emociones y desplegando declaraciones donde no se limita al expresar el menosprecio que le merece el magisterio de pueblo, que según él debe ser reemplazado hasta en un 60% en menos de 12 años y que en el camino de la evaluación muchos optarán por el retiro voluntario al no querer enfrentar el polémico proceso de evaluación estandarizada. En el fondo, el conflicto por la evaluación de los profesores es el resultado del antagonismo entre un modelo educativo diseñado para explotar la mano de obra y la resistencia social desde abajo, representada por los docentes aglutinados en la Coordinadora Nacional de la Educación (CNTE). Se trata de un antagonismo de clase entre la imposición de los ideales privatizadores de los energúmenos como Claudio X. González, presidente de la fundación Mexicanos Primero que dice tener todas las respuestas para todas las preguntas acerca de todo lo que necesitamos los mexicanos para estar educados con calidad, y los proyectos educativos populares dirigidos a la defensa de la educación pública como un derecho de todos y como una vía para el desarrollo integral como seres humanos libres de explotación, enajenación, fanatismos y demás cadenas físicas o mentales que obstruyen nuestra realización como individuos y como sociedad.

La forma también es fondo cuando nos detenemos a intentar una interpretación de los hechos. El doctor José Antonio Lara Peinado hizo un estudio de las patologías observadas en las conductas y manías de los señores y señoras que ostentan algún grado de poder cuyos resultados plantea en su libro Psicoanálisis del poder en México. Ahí habla de patologías menores y mayores, neurosis y psicosis que muy probablemente estén influyendo en las decisiones que toman los gobernantes. Un asunto que no se toma en cuenta cuando son nombrados, ni conocemos de algún proceso de evaluación para asegurarse de que no tendremos a un neurótico o psicótico dándonos órdenes o confabulando para que

hagan de nosotros lo que quieran los energúmenos o poderosos de facto. Visto así, la obsesión y odio de don Emilio en contra de los maestros de escuela pública en general y particularmente desatado contra los maestros de las comunidades más empobrecidas, casualmente agrupados en la CNTE, no tiene mejor explicación que no venga de la arrogancia de una clase política que se ha propuesto el exterminio de lo que no sea favorable al modelo educativo proveniente de las esferas internacionales neoliberales determinadas a construir un mundo de extremos terroríficos. Lo dicen los expertos más liberales y hasta amparados en la supuesta neutralidad, no es la evaluación que castiga sino la formación docente progresista la que elevará los estándares de rendimiento que tanto esgrimen los neoliberales como bandera para justificar su embate en contra de la educación pública.

El asunto amerita invitar al Emilio de la evaluación punitiva a recostarse en un diván y pedirle que se relaje y nos cuente qué le hicieron sus maestros de la infancia; que haga memoria y recuerde, recuerde qué le pasó durante sus años en la escuela, hasta encontrar dónde le empezó el odio acérrimo en contra de los docentes. De paso, también qué recuerde cómo fue aquello de la matanza en Acteal el 22 de diciembre de 1997 y qué papel de encubrimiento o de negligencia jugó ahí, pedirle que diga si no lo persiguen los fantasmas de las mujeres, niños y hombres asesinados en una acción que trató con soberbia cuando fue el secretario de gobernación de Zedillo. Que recuerde, que recuerde porque ahí está la clave de su mal comportamiento actual. Luego ya en proceso de terapia y reeducación, convendrá mandarlo a dar clases en las condiciones más precarias posibles a niños de la zona escolar más pobre del país; se recomienda se le asigne un grupo mínimo de cuarenta niños de primer grado de primaria, todos mal alimentados y sin útiles escolares, es más sin libros de texto. También se debe cuidar que esté bajo la lupa de un director más represivo que él, de una supervisora más punitiva que él y que trabaje en la más aguda de las angustias por peligrar su única fuente de empleo. El riesgo en este proceso de reeducación de don Emilio es que podamos ser señalados como promotores de la tortura psicológica, pero esto es menos de lo que él está impaciente por provocar en todos los maestros de México.

¿A quién le sirve un docente angustiado, condicionado y reprimido? ¿Serán los niños los mayores beneficiados de estas medidas? Los expertos y académicos de universidades como la UNAM señalan con toda claridad que esta reforma educativa de Peña Nieto y socios que lo acompañan es “un engaño político” porque se trata de una “reforma apresurada, centralista y soberbia”. Expertos en evaluación apuntan que lo primero es evaluar al Sistema Educativo Nacional en su conjunto y después a los maestros, que se debe invertir más en la formación de los profesores y evitar los derroches que se hacen en evaluaciones inciertas y sin fundamentos sólidos acerca de qué se quiere y para qué. Oídos sordos y ojos ciegos son los de un gobierno que ha decidido marchar en sentido contrario a los llamados de expertos y de la sociedad en general. Ya es tiempo de reconocer que estamos ante un trasfondo de contradicción de clase sin posibilidades conciliatorias a la vista. Son los que se creen dueños de este país los decididos a borrar todo indicio de educación pública que limite sus afanes de negociar y convertir todo en mercancía. Estamos en una encrucijada, el camino se parte en dos. Los maestros conscientes en resistencia lo tienen claro; “ni la lluvia, ni el viento detienen al movimiento”. El malcriado Emilio lo tiene claro: “llueva o truene habrá evaluación”. La moneda está en el aire.

El tema de la evaluación de los profesores debe regresar al debate público orientado por expertos. Los legisladores deben revisar el fondo de los cambios generados para imponer la reforma educativa peñista y reformar lo mal reformado. La participación ciudadana tal vez pueda desactivar las bombas de

tiempo que ha echado a andar el imprudente Emilito y sus titiriteros. Es necesario reconocer que no se puede estandarizar la evaluación sin caer en peligrosas consecuencias. Que no se evalúa para castigar sino para mejorar y transformar por beneficio común. No se puede hacer realidad la situación virtual de un videojuego en el que se tiene derecho nada más a tres vidas para perecer en competencia contra la computadora. En estados como Morelos donde no hay condiciones para detener el proceso de evaluación es urgente trabajar en otras estrategias diferentes al boicot. Es necesario organizar la resistencia desde las escuelas y las comunidades, generando un punto de vista crítico e informado. Hay muchos periódicos murales por hacer, muchos volantes que distribuir, muchas asambleas con padres de familia que realizar, muchos grupos en facebook que crear, muchas redes sociales que aprovechar. Por sobrevivencia se debería pactar una tregua entre los profesores y sus conflictos en las escuelas y no creer que esto se resuelve de manera individual. Ante el embate del gobierno y los grandes empresarios sólo está quedando el apoyo mutuo entre los profesores.

También lo dicen los expertos, esta reforma educativa se está cayendo a pedazos pero requiere una ayudadita. El mismo Chuayffet reconoce que la reforma educativa no se concretará en este sexenio. Luego entonces, las reuniones de los docente pueden servir para discutir nuevas demandas como la de exigir se aparte el Sistema Educativo Nacional de las instrucciones que giran organismos internacionales cono la OCDE y el FMI. Demandar la evaluación de arriba hacia abajo empezando por el presidente de la república, los diputados, los senadores, los ministros de justicia, los gobernadores, y todo tipo de funcionario público de primer nivel; en una de esas conseguimos el examen psicométrico para don Emilio. Discutir estrategias para reconstruir la hegemonía de los profesores ante sus alumnos y ante las comunidades, hacer evaluaciones internas bajo la dirección de técnicos y especialistas para lograr un diagnóstico que le permita a cada institución educativa reconocer sus debilidades y fortalezas; son tareas que no pueden seguir pendientes.

Debe existir la kriptonita para Súper Emilio, el escudero de los energúmenos; el secreto puede estar en verlo como el gigante con pies de barro que es, en saber que el que se enoja pierde, y este señor ya se enojó. Para contrarrestar el dedito índice de don Emilito, su espadita en ristre, venga una sonrisa, una respiración profunda y la tranquilidad necesaria para convencernos de que peores situaciones hemos podido sortear los maestros y el pueblo de México en unidad y en convergencia de esfuerzos. La historia nos brinda muchos ejemplos de resistencia en condiciones heroicas, no sería la primera.

Cuando la realidad se percibe desde su mitad de verdad y mitad de mentira, podemos comprender que es inevitable disponernos a estudiar la situación, a informarnos, a vislumbrar salidas, a entablar alianzas estratégicas y a empujar lo necesario para que el mundo tome el rumbo que nos merecemos. Ya pasará el tiempo de lluvias y de truenos y vendrá la vida que logremos construir. jluisfiglez@yahoo.com.mx

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