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Estado Opinión

¡NO SE ENSAÑEN CON EL VIRUS!

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Por ALEJANDRO CÁRDENAS SAN ANTONIO / MASEUAL

 

  • Hay más fallecidos al mes por H1N1 que por Covid-19
  • Por lo pronto, alimentación sana para reforzar sistema inmunológico

 

¡Todo se lo están achacando al virus, todo…! –reclamó un amigo microbiólogo durante una repentina llamada telefónica que me despertó a las dos de la mañana- ¡ya no se ensañen con el virus! –bufó- …de qué hablas, le respondí adormilado.

 

CORONA EXPIATORIA

 Sonaban fuertes sus quejas por el silencio de la noche – ¿Por qué no enfocan la información a decir que en México mueren al año casi 150 mil personas por enfermedades cardiacas, más de 100 mil por diabetes, 60 mil por tabaquismo? ¡Suma y tendrás 310 mil personas fallecidas al año y no por eso detienen las actividades en el país, por Covid-19 van alrededor de 7 mil y estamos encerrados por cuarentena desde hace ya casi dos meses! ¡Todo se lo están achacando al SARS-CoV-2, todo…! ¡No se ensañen con el virus!

Siguió dando más números de más casos patológicos –Influenza y neumonía, sus síntomas, tú sabes bien, son semejantes al Covid-19, fiebre, tos y dificultad respiratoria, pero, además, dolor de cabeza, de garganta y muscular: 28 mil 332 muertes al año. Otro dato duro: las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas: 23 mil 414 fallecidos al año ¿y sabes una cosa? –dijo exaltado- dentro de la lista de las diez causas, éstas ocupan el número ocho y nueve, no están en la cúspide -Algo en todo eso me removió.

 

DESFILE DE CARROZAS

 De madrugada me tuve que levantar para tomar nota. Pese a que los casos que ejemplificó mi amigo el investigador son de dominio público, cuantitativa y cualitativamente documentados por INEGI y centros de especialidad, no dejaban de ser impactante si de muertes se trata. Una cosa es la conducta social y nuestras decisiones personales, y otra el contagio por algo 14 millones de veces más pequeño de lo que nuestro ojo puede detectar de manera simple.

Las cifras que él me daba iban aumentando y, somnoliento, tuve la imagen de funerarias atiborradas con deudos, carrozas acompañadas de largos cortejos, panteones llenos de flores, llantos y quizás el aullido de mariachis, crematorios con los hornos al máximo, intermediarios o “coyotes” en el Registro Civil agilizando trámites de actas de defunción… Un jolgorio y a la vez pesadilla.

 

De las 10 primeras causas de muerte en México –comenzó a enumerar mi amigo- hubo 517 mil 831 según el último reporte del INEGI el 31 de octubre de 2019, hablamos de que son 43 mil personas muertas al mes y equivalen a mil 438 fallecidos en un sólo día en un país de 127 millones de mexicanos y eso no nos escandaliza ¿por qué no reaccionamos como sociedad? ¡No puede ser que ahora, todo se lo vayan a adjudicar al virus, por favor, alguien tiene que abogar por él, sé que te estoy despertando vilmente, te debo un café si quieres, pero no estoy bromeando, como microbiólogo lo digo, ya no se ensañen con el virus, una solución de fondo está en la alimentación, créeme!” –mi primera reflexión después de tanto número y habitantes fue: Imposible la sana distancia.

El microbiólogo y sus estadísticas me dejaron pensando y sin poder conciliar de nuevo el sueño.

 

 

ENTRE INFLUENZA Y COVID, H1N1

 

Las 10 primeras causas de muerte en México según el INEGI, al año son: Enfermedades del corazón: 149,368. Diabetes Mellitus: 101,257. Tumores malignos: 85,754. Enfermedades del hígado: 39,287. Agresiones (homicidios): 36,685. Enfermedades cerebrovasculares: 35,300. Accidentes: 35,589. Influenza y neumonía: 28,332. Enfermedades pulmonares obstructivas crónicas: 23,414. Insuficiencia renal: 13,845.

La Influenza y la neumonía con 28 mil 332 fallecidos, sí están ubicados en el número ocho. Enfermedades pulmonares obstructivas crónicas con 23 mil 414 en el número nueve.

Siguiendo el ejemplo aritmético del científico, calculé, si al mes murieron dos mil 361 personas según las cifras de INEGI publicadas en 2019 de neumonía e influenza y de Enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, en el mismo lapso de 30 días, murieron mil 951 personas. Entonces, al distribuir hoy los siete mil casos de personas fallecidas por Covid-19 según cifras de la página oficial del gobierno federal, en los cinco meses desde que inició la pandemia a principios de este año 2020, resultan mil 400 personas sucumbidas por Covid-19 cada mes, mientras que, por neumonía e influenza, siguen siendo al mes, dos mil 361 personas y significa que hay 961 fallecidos más por neumonía e influenza que por Covid-19, al menos, hasta el momento en que armo este trabajo.

H1N1 sigue presente entre nosotros desde su aparición en 2009 y va a la cabeza en fallecidos a pesar de que hay vacuna.

Con este resultado, recordé la primera queja del microbiólogo en defensa de Covid-19: “No se ensañen con el virus”.

 

 

 

CORAZÓN Y PULMÓN ¿QUIÉN MANDA?

 

El corazón y los vasos sanguíneos constituyen el sistema cardiovascular o circulatorio. El corazón bombea la sangre hacia los pulmones para que pueda recoger el oxígeno y luego bombea la sangre rica en oxígeno hacia el organismo. La sangre que circula a través de este sistema libera oxígeno y nutrientes a los tejidos del organismo y elimina los productos de desecho como el dióxido de carbono de dichos tejidos.

El corazón y el aparato respiratorio están íntimamente relacionados y conforman una unidad funcional que conocemos como sistema cardiorrespiratorio, coexisten y se influyen mutuamente. Es intensa y compleja la interrelación entre el corazón y el pulmón, enfermedades cardiacas pueden dar lugar a hipertensión pulmonar que afecta finalmente al propio corazón y enfermedades respiratorias dañan el corazón y cierran el círculo.

Previo al final, un recurso de salvación es la intubación, la panacea tecnológica de un respirador que ante el Covid-19, está demostrando en los hechos que aquellos a quienes se les coloca, fallecen en un 55%.

La íntima e intrincada interrelación entre corazón y pulmón provoca el inevitable desenlace y es esta la historia que se ha repetido en los nosocomios del planeta desde el inicio de esta pandemia.

Según las cifras reflejadas en la página de COVID-19 Dashboard by the Center for Systems Science and Engineering CSSE at Johns Hopkins University JHU suman –hasta hoy- más de 343 mil personas muertas.

https://gisanddata.maps.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd40299423467b48e9ecf6

Covid-19, también es un catalizador de comorbilidades. Está demostrado que la combinación de niveles elevados de colesterol con otros factores de riesgo cardiovascular como la Obesidad, el Tabaquismo, la Hipertensión Arterial y la Diabetes aumenta notablemente el riesgo de daño arterial y, por ende, el riesgo cardiovascular global provocando un ataque cardiaco o cerebral.

Obesidad, Tabaquismo, Hipertensión Arterial y Diabetes son las comorbilidades principales por Covid-19. La comorbilidad se entiende cuando una persona tiene dos o más enfermedades o trastornos al mismo tiempo. Por eso en todas las estadísticas aparecen estas cuatro consecuencias.

 

 

COVID-19 ENFERMEDAD QUE NOS ALINEÓ

No existirá una base firme para dar respuesta a tantas interrogantes mientras no se obtenga en lo concreto, la causa y el efecto de la propia enfermedad. Hasta el momento lo que sobra es dramatismo, a cuenta gotas se van teniendo informes.

Entre otras cosas, se sabe hasta el momento que la mitad de los infectados no desarrollan síntomas, pero son vector de contagio, la mayoría de pacientes tienen síntomas leves, en 20 y 30% de pacientes graves no es el virus el que mata, es una reacción descontrolada del sistema inmunitario que puede dañar la mayor parte de órganos vitales descrita como tormenta de citosinas -las células inmunológicas inundan los pulmones y los atacan cuando, deberían estar protegiéndolos, los vasos sanguíneos gotean y la misma sangre se coagula. La presión arterial se desploma y los órganos empiezan a fallar-, no se sabe qué determina a las personas más propensas a desarrollar síntomas graves, Covid-19 es capaz de atacar el sistema nervioso y en algunos casos, la insuficiencia respiratoria se debe a un fallo neurológico, no a la neumonía, se desconoce aún cuando dejan de ser contagiosos los enfermos, existen incógnitas sobre cuánto tiempo se tiene inmunidad luego de salir “recuperado” de la enfermedad.

La gran paradoja es que entre más datos van apareciendo sobre el virus y la enfermedad, también hay más confusión.

SARS-CoV-2 tomó por sorpresa a los habitantes del planeta, ha puesto en evidencia a la ciencia, la tecnología, al sistema económico, tambaleado las creencias, derrumbado paradigmas y alineando los sistemas de Salud a nivel global, algunos países se miran en pañales, y otros, rebasados por conflictos de interés. Quien tenga la vacuna, gana esta guerra, además en dinero, miles de millones.

 

 

POR LO PRONTO ALIMENTACIÓN SANA

 

Entonces, después de un buen rato de conversación telefónica, la pregunta al microbiólogo fue: ¿qué podemos hacer? –¡Sencillo! cambiar los hábitos alimenticios para reforzar el sistema inmunológico y tener más oportunidad a sobrepasar el contagio, respondió.

Pareciera por lo pronto ser la mejor defensa mientras no haya vacuna ni fármacos totalmente probados. El pronóstico es que todos estaremos contagiados si estamos expuesto al virus, pero es posible mantener esa carga viral al mínimo. En los alimentos está contenida parte de la respuesta.

Es una enfermedad que ha puesto de cabeza al mundo, no hay nada determinante más que el registro de fallecidos yendo al alza y en sus muertes hay implícitos diversos factores que tendrían con o sin Covid-19 muy probablemente el mismo desenlace y las estadísticas están ahí con sus números fríos.

Reitero: Una cosa es la conducta social y nuestras decisiones personales refiriéndome a la mala alimentación y el tabaquismo y otra, el inevitable contagio por algo 14 millones de veces más pequeño de lo que el ojo humano puede mirar de manera simple, al contagio por algo que permanece hasta tres horas en el aire después de su dispersión, cuatro horas en superficies de cobre, 24 horas en cartón y dos o tres días en plástico y acero inoxidable.

Me rebota en la cabeza la posible respuesta de la queja: ¿nos estaremos ensañando –al menos en México- con el SARS-CoV-2?

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