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Columna

MÉXICO DEL NORTE

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Por JORGE MÚJICA MURIAS / MASEUAL

*  La Redada que Viene

Chicago, Illinois, Estados Unidos de América.-  José Marvin Martínez tenía 16 años cuando salió de Honduras, del pueblo de San Manuel, para salvar su vida en Estados Unidos. Su hermano Rigoberto había sido asesinado aparentemente por miembros de una pandilla local. Lo agarró la Migra en Laredo en mayo de 2013, donde chambeaba como albañil, mientras andaba de compras. En abril de 2014 tenía corte de inmigración pero no se presentó, temeroso de que lo deportaran. Su ausencia le valió, precisamente, la orden de deportación. La Migra lo rastreó, lo encontró, y deportó en agosto. El 14 de Diciembre de ese año a “El Chele” o como diríamos en México El Güero, le metieron varios tiros desde una camioneta en movimiento.

Ángel Díaz, de 26 años, fue enviado a Estados Unidos por su padre, después del secuestro de su hermano, también en Honduras. La Migra lo agarró, sin papeles, en abril, y lo metió en un centro de deportación. En julio llegó a Honduras de regreso. A la semana lo mataron. 
Juan Francisco Díaz también volvió deportado a Choloma, en Honduras, en march, luego de vivir tres años en Estados Unidos. Duró cuatro años en su pueblo natal antes de que lo mataran.
Para seguir con la lista, necesitaríamos varias páginas, porque Elizabeth Kennedy, de la Universidad de San Diego lleva ya 83 casos similares, de escapados de la violencia y asesinados después de ser deportados. Son 83, solamente desde enero de 2014, 45 en El Salvador, tres en Guatemala y 35 en Honduras.
Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, la policía local en Honduras no tiene siquiera gasolina para acudir a los lugares desde donde se hacen llamados de auxilio y concentra sus esfuerzos en las zonas turísticas. Ha emitido alertas a sus viajeros, calificando la situación de criminalidad como “alta”, igual que para El Salvador, donde reconoce que la mayoría de los crímenes nunca se resuelven. En Guatemala, el nivel de crimen es calificado por la dependencia como “crítico”.
Pese sus propios datos, la administración de Barack Obama acaba de anunciar que en 2016 iniciará redadas masivas de centroamericanos no solamente en la frontera sino también en el interior del país.

¿En Favor de Quién?

El único que festejó el anuncio fue Donald “El Trompas” Trump. El fascista precandidato a la presidencia se jactó de que gracias a él, Obama está haciendo lo que debía desde hace tiempo.
Podría tener algo de razón. Desde hace meses, el Trompas propuso revivir la Operación Espaldas Mojadas, Operation Wetback, ordenada en 1954 y ejecutada en 1955 por el entonces Presidente Dwight D. Eisenhower. Según aquella administración, expulsaron a un millón y medio de indocumentados. Según estudios históricos y estadísticos, aproximadamente a 250 mil. Les rasuraban la cabeza para “reconocerlos inmediatamente si vuelven a entrar”, y costó muchas vidas.
Por lo menos 88 migrantes fallecieron durante su deportación en aquél, año, la mayoría de hambre, sed y “golpes de calor”, ataques al corazón al ser abandonados en medio del desierto en los alrededores de Mexicali en pleno verano. Otros 5, hecho también corroborado, murieron en una revuelta en uno de los barcos cargueros, estilo antiguos barcos esclavistas, que los transportaban desde Puerto Isabel, Texas. Otros más murieron tratando de volver a sus familias, a sus hijos ciudadanos, dándole la vuelta a la primera barda fronteriza, de 3 metros de alto, edificada con alambres de púas, que selló Caléxico.
Ridículamente, Operacion Wetback se realizó al mismo tiempo que el programa Bracero. Ridículamente, Obama hará sus redadas al mismo tiempo que busca la aprobación de DACA extendido y DAPA en la Suprema Corte.
Las redadas de Obama, quizá su despedida del gobierno, no beneficiarán a nadie. No le sirven al Partido Demócrata y sus candidatos, que enfrentarán su elección en noviembre de 2016. Confirmarán que la solución a la cuestión migratoria no está ligada a los Demócratas. Por el contrario, les hará perder votos, y por eso todos las criticaron ya. No le beneficiarán siquiera al Trompas, que ni ayuda necesita para perder votos latinos, ni a los demás Republicanos. No le ayudarán al país, que sigue necesitando mano de obra en los trabajos peor pagados.
Y por más que digan que las redadas van contra los centroamericanos que tienen órdenes de deportación, nos costarán a todos, porque la Migra no hace diferencia entre mexicanos y salvadoreños. Todos somos latinos y a cualquiera le pedirán los papeles.
Y así hay que responder. Como iguales, unidos en contra de un enemigo común que, efectivamente, demuestra que es el mismo aunque se disfrace de elefante o de burro. El enemigo de todos es el sistema y el gobierno que lo regula.
Tenemos que dar la batalla en el 2016.

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