Por EDILBERTO NAVA GARCÍA / MASEUAL
Chilpancingo, Guerrero, México, 30 de abril de 2023.- Hace una semana circularon fotografías en las redes sociales en las cuales aparecen Rubén Figueroa Alcocer, Félix Salgado Macedonio, Evelin Salgado Pineda, Héctor Vicario Castrejón y algún otro colado por ahí, que dejan ver como si formaran efectivamente una familia: la familia en el poder. Desde luego que Figueroa Alcocer tiene ya la figura de un patriarca, y el sentido común supone que la familia calentana en cuyas manos está depositado el poder político de Guerrero no le inquieta ello. A estas alturas es lo de menos.
Atrás quedaron aquellas incomodidades que Félix Salgado Macedonio causó al régimen de Rubén Figueroa Alcocer a quien siempre acusó de haberse impuesto en la gubernatura mediante un fraude. Tal actitud volvió a refrendarla Félix seis años después, cuando el candidato fue el extinto René Juárez Cisneros. No importa en demasía dónde se tomaron la foto, sino el mensaje que todos ellos quieren dar, sobre todo la gobernadora. Gajes del oficio político, donde, incluso, los extremos se tocan.
Recuerdo muy bien a Félix Salgado Macedonio. En agosto de l986 se organizó un acto del sector popular del PRI en Taxco, pero el director de el Sol de Chilpancingo, Pedro Julio Valdez me pidió lo acompañara a visitar, en Iguala, precisamente a Félix Salgado, quien nos atendió amable y decentemente. Vimos los talleres de su periódico Acción; nos platicó de sus peripecias iniciales y las muchas piedras que en su camino le puso don Raúl Velasco Vázquez, poderoso director de El Correo, así como otras minucias propias de la actividad periodística. Félix estaba ocupado en hacer ganar espacio a su medio informativo impreso; no hacía política formal, pero conforme tomó fuerza el Frente Democrático Nacional le entró duro y macizo a la política.
Filiberto Vigueras Lázaro, enquistado en la dirigencia sindical obrerista de Guerrero y senador de la República, aspiraba a continuar en el congreso de la unión, al tiempo como diputado. Sólo que el gobernador de entonces, José Francisco Ruiz Massieu no olvidaba aquella alharaca que Vigueras desplegó en toda la entidad en la disputa por la candidatura. Para Ruiz Massieu había llegado la hora de su venganza. En marzo de 1988 se resolvieron las candidaturas y la mano del líder cetemista Fidel Velázquez se impuso: Filiberto Vigueras se convirtió en candidato a diputado priista por Iguala. La CTM gozaba de mucho poder en la esfera federal, pero en Guerrero Ruiz Massieu debía hacer sentir el suyo, incluso, aparentando ser demócrata. Y así fue como se le dieron alas y elementos a Félix Salgado para sepultar y para siempre a un irreverente Vigueras Lázaro. Por eso aparecieron boletas de Ometepec y otros distritos en los costales que Félix Salgado vació en tribuna de la cámara en San Lázaro, erigida en Colegio Electoral, pues entonces no había IFE.
Después vendría la candidatura de Rubén Figueroa a la gubernatura de Guerrero. Félix ya había crecido políticamente en el sur, e incluso ocupaba importante cartera en la dirigencia estatal perredista. El de Las Querendas supo aprovechar toda esa algidez que sobrepasó los resultados electorales del 89, en que pese a que el régimen de Ruiz Massieu sustituyó derrotas priistas por concejos municipales, las movilizaciones de huestes perredianas casi no menguaron; en las calmas chichas permanecían latentes, soterradas.
Han transcurrido treinta años de todo aquello y como a estas alturas los perredistas se han unido al PRI –son los extremos- para frenar a Morena, pues reunirse la gobernadora, el senador y otros a platicar con Rubén Figueroa, no es cosa que se critique más allá de la cuenta. El comerciante de hace cien años diría: “arrieros somos y en el camino andamos”; total, en política no hay enemigos, sino adversarios, aunque el diccionario exprese que adversario es contrincante, enemigo. ¡Salud!
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