28 octubre, 2025

PERIODISMO INDEPENDIENTE EN MORELOS

NUESTRA ADICCIÓN DIGITAL

Por ALEJANDRO CÁRDENAS SAN ANTONIO / MASEUAL

Cuernavaca, Morelos, México, 27 de octubre de 2025.- En nuestro mundo hiperconectado, las redes sociales se volvieron sin dudar: adictivas; explotan aspectos fundamentales de la psicología humana donde la tecnología se combina con las necesidades y conductas instintivas; el algoritmo de las redes sociales, inmiscuye nuestro programa genético y estimula las respuestas de nuestras necesidades biológicas y evolutivas.

Las redes sociales no son solo herramientas de conexión; son arquitectos de hábitos compulsivos. Técnicamente, “secuestran” nuestro cerebro porque estimulan la liberación de dopamina con recompensas impredecibles a través de los likes y las notificaciones; explotan nuestras necesidades innatas como la conexión social y usan algoritmos que capturan nuestra atención al grado que sufrimos de ansiedad por no estar al día o a perder la pista de algo que se ha vuelto viral.

Es un ciclo adictivo difícil de romper y en el peor de los casos, nos negamos a admitir y a reconocer.

En la era digital, hay más de 5 mil millones de usuarios globales y plataformas como Instagram, TikTok y X, generan un consumo promedio de 2 y medio horas diarias por persona y estos, son datos de “Statista” en este año 2025. Statista, es una plataforma en línea fundada en 2007 en Alemania que proporciona datos, estadísticas, análisis de mercado y abarca una amplia gama de temas, como tecnología, economía, redes sociales, salud y más.

Pero ¿qué es lo que hace que las redes sociales sean tan irresistibles y prácticamente nos tengan secuestrado el cerebro? La respuesta radica en la neurociencia. Sucede que las redes sociales explotan el sistema de recompensa cerebral liberando dopamina de manera impredecible, algo muy similar a cuando eres un adicto y llegado el momento, ya abusas en el uso de ellas y para ti todo es muy normal.

Este nuevo problema de salud pública global, a pesar de que equivale a una adicción comportamental, se niega en consecuencias, igual a un adicto que padece el problema y se reúsa a la aceptación como primer síntoma de su problema; estudios confirman que esta dinámica ya afecta a los adolescentes y a los jóvenes adultos; es decir, personas con un rango de edad entre los 18 a los 35 años y es que núcleo de este problema, está enfocado en la dopamina, un neurotransmisor clave en el “circuito de recompensa” del cerebro.

O sea, aunque se niegue, basta con poner atención a nuestro comportamiento cada que llega una notificación, nos dan un “me gusta” o alguien realiza un comentario; lo que sucede de inmediato, es que se activa el núcleo de un neurotransmisor asociado con el placer, la motivación y el refuerzo de comportamientos; entonces, se libera la dopamina y se crea una sensación de placer, aunque efímero, pero es muy satisfactorio y esa sensación, equivale a la experiencia con sustancias que alteran la conciencia.

Un estudio de neuroimágenes en la Universidad de Harvard en el año 2012, ya había mostrado que el efecto de las redes sociales enciende las mismas vías que estimula el consumo de cocaína y tiene picos dopaminérgicos hasta de un 30% superiores a las interacciones cara a cara. Se puede decir entonces que la nueva droga mundial, es lo virtual.

La nueva experiencia adictiva que tenemos en nuestras manos a través de nuestros celulares, genera un bucle y por eso, como usuarios, buscamos más validación social para reforzar nuestro hábito.

Por eso, es que el diseño de las plataformas amplifica la adicción mediante “refuerzo intermitente”, hacemos lo mismo como cuando estamos en las máquinas tragamonedas. Los algoritmos de IA personalizan el flujo de contenido en redes o Feed y con ello se maximiza la interacción y la participación o Engagement al entregar recompensas impredecibles como un like sorpresa o un video viral que eleva nuestra dopamina como usuarios.

Finalmente, una publicación de la revista de psiquiatría mundial, (World Journal of Psychiatry) en el año 2023 detalló, cómo se ha alterado la plasticidad sináptica en la corteza prefrontal, cómo se ha reducido nuestro control impulsivo y ha incrementado la intolerancia. En lenguaje más simple y sencillo: se necesita más scroll para alcanzar el umbral de un “delicioso subidón”.

Lo malo, es que en adolescentes cuya corteza prefrontal aún no madura, esto es crítico, pues explica precisamente el incremento en los niveles de ansiedad e insomnio que actualmente se registra a nivel planetario y todo, por no querer perderse de algo que circula en redes sociales o quedar fuera de lo inmediatamente actual en términos de viralidad digital.

Agréguese que en las redes predomina la comparación social de presuntas vidas “perfectas”, lo que reduce la autoestima e impulsa más al uso, para contrarrestar el déficit dopaminérgico post-scroll.

Entonces, nos guste o no, en nuestro actual mundo hiperconectado, aquellos que tenemos celular con aplicación de redes sociales, -desde hace rato- ya padecemos adicción digital.

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