SIN CORTAPISAS
Por PATRICIA CASTRO
CEDILLO / MASEUAL
Día de Muertos…
Entre recuerdos y sustos
Cuernavaca, Morelos, México, 31 de octubre de 2025.- Como cada año, en México, desde finales de octubre, 1 y 2 de noviembre, se celebra a los fallecidos; a los que se nos adelantaron; a los que se fueron; a los que ya no están pues, en el plano terrenal; muchos son los adjetivos para referirse a esta ancestral costumbre donde se les recuerdan; se les festejan, ya sea con altares glamorosos o sencillos, con ofrendas y veladoras, donde el olor a copal e incienso inunda los hogares de miles de familias mexicanas.
Así, el 28 de octubre se colocan ofrendas a las personas que fallecieron de manera trágica, ya sea por violencia o accidentes; en tanto, los días 30 y 31 de este mismo mes, son dedicados a los niños que murieron sin ser bautizados; el 1º de noviembre, de acuerdo al calendario católico se le denomina Día de Todos los Santos, correspondiendo a los niños fallecidos, mientras que, el 2 de noviembre es conocido como el Día de los Muertos, dedicado a las personas adultas.
ORIGEN
Esta tradición milenaria tiene un origen prehispánico, donde los mexicas celebraban a sus muertos después de la temporada de cosecha, entre los meses de septiembre a noviembre. Empero, ésta se sincretizó, es decir, se juntó o unió, con las creencias de los conquistadores españoles, con ciertas modificaciones, pero con la misma esencia: celebrar a sus muertos.
OFRENDAS
Es a través de las ofrendas como los mexicanos recuerdan a sus difuntos, donde colocan ciertos elementos que son muestra de sus creencias y el amor que les profesan, reflejadas en cada altar; teniendo esa fe en que ellos, los que se fueron, regresan a visitarlos en estas fechas.
Pero ¿cuál es el significado de las ofrendas?
Las veladoras y cirios, son la luz que guía, que da paz y esperanza a las almas; el incienso, es el aroma que purifica el ambiente; el agua, se dice que calma la sed de los difuntos; la sal, la coloca para que el espíritu que llega de visita no se pierda ni se corrompa durante su estancia en el mundo de los vivos; la flor de cempasúchil, se coloca con la creencia de que su aroma y color ayuda a las almas a llegar hasta su ofrenda; el pan de muerto, representa el ciclo de la vida y la muerte.
En tanto, la fruta y comida que se les ofrenda son aquellas que en vida gustaban a sus familiares fallecidos y se cree que al visitarlos se llevan esa esencia a través de sus olores; las calaveritas se colocan porque en la antigüedad se utilizaban cráneos de verdad que posteriormente fueron sustituidos con calaveras de azúcar, chocolate o amaranto; el papel picado, independientemente de que le da color a la ofrenda, representa el aire, uno de los cuatro elementos que debe estar presente en cualquier ofrenda y; fotografías de los fallecidos, mediante éstas los vivos honran a sus muertos.
Lo anterior es tan sólo una de tantas versiones que existen sobre el significado del Día de Muertos y la colocación de ofrendas en México, pero todas llevan a un mismo fin: recordar a aquellas personas que en vida dejaron, durante su paso terrenal, hermosos recuerdos y vivencias, que año con año, unen a las familias para, ya sea alrededor de sus altares u ofrendas, o bien, durante su visita al camposanto, conversar como si ahí estuvieran, recordando lo bueno, lo gracioso, lo solidario y amoroso que fueron.
VIVENCIAS
Sin embargo, también rondan en estas fechas los sucesos que sobresaltan, asustan, temen; es en esta época del año donde simples mortales cuentan que fueron testigos de hechos que no se pueden explicar, de hechos, quizá, paranormales, sobrenaturales, que dejan, sumado al miedo, la intención de cambiar conductas para evitar padecerlo nuevamente, probablemente.
Carmen, de 77 años, vecina del panteón de la Leona, sita en la calle Libertad, colonia Carolina, en Cuernavaca, Morelos, cuenta que hace muchos años fue testigo de que, en estas fechas, al hallarse junto con su familia afuera de su domicilio, sito a escasos metros del cementerio, alrededor de la medianoche, notaron cómo al interior del cementerio danzaban al aire una serie de velas que, como si fuera una peregrinación, seguían su camino hacia lo más recóndito de éste.
Sofía, de 33 años, señala que hace apenas unos días, ¡sí!, el pasado 28 de octubre, tras de que en familia colocaran la ofrenda a sus difuntos, donde incrédula ella y otra tía renuente a la creencia, tuvieron un desacuerdo porque ésta última pretendía recordar a su hermana difunta narrando cosas negativas. El caso es que, esa misma noche, alrededor de la medianoche, varios integrantes de la familia escucharon que en la zona de la terraza donde colocaron la ofrenda, escucharon claramente cómo arrastraban unas sillas, cómo tocaban la puerta y se dejó escuchar como si cayera una tapadera; la tía, escuchó pasos en la terraza y cómo abrían y cerraban la puerta. Esto sí que les causó temor, pero tienen la creencia de que sus familiares fallecidos trágicamente vinieron a visitarlos o bien, a reprenderlos por discutir en estas fechas.
Cierto o no, las antes entrevistadas aseguran que lo narrado es verídico, que jamás creyeron vivir algo parecido, mucho menos, en época de celebrar a los difuntos.
Así pues, de vivencias y creencias viven los mexicanos; con algarabía, gozo, con escepticismo unos, creyentes otros, lo que es un hecho es que México es el único país que celebra a sus muertos con música, risas, ofrendas y desfiles, porque los que se van, aseguran, regresan cada año a visitarlos. Costumbre, festejo, celebración que continuará por siempre.

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