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Opinión

CONSIDERACIONES BÁSICAS PARA DESPEDIR AL AÑO 2016

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Por JOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

*  El ejercicio de la autonomía para ahuyentar los malos augurios

Jojutla, Morelos, México, 25 de diciembre de 2016.-  Cada término de año se acostumbra hacer un balance de lo realizado y una perspectiva de los deseos que se quieren ver cumplidos durante la siguiente etapa. A decir del escritor y activista social uruguayo Raúl Zibechi, el año 2016 se despide con relámpagos que anuncian la tempestad que se nos viene encima (“2016: los primeros relámpagos”. En La Jornada 23 de diciembre de 2016). Este pensador hace un recuento de las señales que nos deja el año que se acaba a partir de un panorama mundial conflictivo por los distintos acontecimientos de carácter violento que se registraron durante este periodo. En el ámbito internacional abundaron los sucesos de guerra, terrorismo, decadencia del establishment, avance de las derechas, atentados contra la legitimidad de los gobiernos, crisis humanitaria para desplazados, refugiados y migrantes; total, un mundo de cabeza. Para los mexicanos hay que agregar el deterioro del gobierno más repudiado en muchos años por corrupto y por ir en contra de los intereses y necesidades de la población, la imparable violencia promovida por grupos delincuenciales y fuerzas de seguridad infiltradas, la depreciación acelerada de la moneda, el anuncio de mayor inflación, el estancamiento del salario mínimo, las amenazas en contra de la seguridad social, etcétera. El año que finaliza también deja un rastro de frustración, impotencia y mucho coraje por los resultados de las reformas estructurales, en particular las reformas energética y educativa. La primera caracterizada por el incumplimiento de lo ofrecido en cuanto al costo de la electricidad, los combustibles y derivados del petróleo, la segunda por el enmarañamiento de un problema entre gobiernos, maestros y pueblo al que no se ve solución por la tozudez de autoridades y representantes populares que están dispuestos a todo con tal de acabar con lo que todavía conocemos como escuela pública. En suma, los malos augurios son demasiados y no deben ser remarcados para provocar desaliento, generar confusión o propiciar la parálisis social. En sentido contrario, es necesario disponerse a reconsiderar y cambiar lo que nos impida ver con claridad lo que sucede, así como plantear y aplicar las medidas más prudentes.

En el ámbito educativo, avanza con cierto sigilo la aplicación de la reforma creada por el gobierno de Peña Nieto y se aprovechan estos días para lanzar señales de que nadie se salvará de la contundente aplicación de “un modelo de educación definitivo”. Según anuncio reciente de Nuño Mayer, en febrero de 2017 se presentarán el resultado de la “Consulta Nacional” en torno a la propuesta emitida durante el año que termina (“En mes y medio modelo de educación definitivo: Nuño”. En La Jornada, 22 de diciembre de 2016). La caracterización de tal modelo se basa en la “participación de miles de maestros y consejos técnicos” que en mayoría pidieron precisar los tiempos y el cómo de la aplicación, sin importarles tanto opinar sobre los contenidos ni el planteamiento pedagógico. Por supuesto hay críticas a la dichosa consulta porque incluso se refiere a la participación de niños, a lo cual se responde que fue una muestra minúscula que no representa a los alumnos y significa una burla. Esto viene a significar que mientras nos damos buenos deseos, se sigue cocinando el cometido de imponer un modelo de educación cuyos primeros efectos ya los tenemos en los cesados, en los recortes presupuestales, en las

víctimas de la represión y los crímenes de fuerzas policiacas, en el deterioro de la salud de un magisterio al que se coloca en una zozobra que parece será muy prolongada y en la incertidumbre por el futuro de millones de niños y jóvenes..

Para completar nuestro pesimismo, la elección de Donald Trump está siendo aprovechada para especular desde todos los ángulos posibles. Cierto es que las señales que Mr. Trump envía con sus primeros movimientos y designaciones de funcionarios apuntan a un gobierno de extremistas muy peligrosos por todo el poder que tendrán en sus manos. Sin embargo, el tono desalentador de muchas notas periodísticas no pueden ser la guía que nos baje la guardia y nos haga sentir incapaces de prevenir y actuar sobre lo que se ve venir. Es importante leer la realidad más allá del sensacionalismo que abunda en los medios informativos, es necesario darse una idea de cómo fue posible que resultara electo un sujeto como Trump para ocupar la presidencia del país más poderoso del mundo.

Según afirma Raúl Zibechi en el artículo referido, lo acontecido está reflejando la decadencia del sistema capitalista en Estados Unidos y en el mundo, al igual que ocurrió con la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea; ver los acontecimientos desvinculados, sin considerar sus antecedentes históricos, nos impide entender por qué ocurre lo que a simple vista parece solamente inaudito. Sucede pues que el modelo económico de dominio global está haciendo agua por muchos lados y en su estremecimiento nos quedamos expuestos a las agresiones que dispongan los financieros, los magnates y los gobiernos afines a mantener el ritmo de sus utilidades a como dé lugar. Con tristeza se puede corroborar lo que se anticipaba años atrás en el sentido de que los gobiernos y la clase política, generalmente, se pone al servicio de la economía neoliberal y abandona sus obligaciones de proteger el interés social mayoritario. No queremos darnos cuenta que prácticamente todas las instancias de gobierno se manifiestan atadas de manos y condicionadas por los consorcios; lo más escaso es el valor del patriotismo, de la identidad y de la dignidad.

Con naturalidad vemos los acontecimientos desde sus efectos prácticos y poca disposición mostramos para ver las causas ni para prever lo que puede ocurrir. Llama la atención que los profesores consultados sobre el modelo educativo se expresen preocupados por los tiempos y el cómo de la aplicación y no tanto por cuestiones sustanciales como los contenidos. Ellos son los “participativos” sean inducidos o convencidos, pero da pena que no presenten planteamientos crítico-reflexivos para discutir lo esencial que radica en por qué y para qué del “modelo educativo definitivo”; quién sabe cómo andará la cuestión con los que ni siquiera dicen esta boca es mía, pero es de suponerse que no será mejor. Por supuesto que la “consulta” en torno al modelo educativo queda no gana credibilidad ni desde los números de participantes ni desde el mecanismo de participación; el caso es que la palabra “definitivo” se le agrega para subrayar que ya no hay lugar a protestas y que de febrero en adelante el punto es ponerse a practicar lo ordenado. Es una ansiedad enfermiza en Nuño Mayer, su jefe y los otros, pero los resultados de la intimidación pueden ser catastróficos en más de un sentido. Por eso, resulta importante la propuesta de de Zibechi cuando indica que dada la crisis sistémica capitalista,

dado que los gobiernos ya no están sirviendo para proteger el interés común, lo único que queda es confiar en nosotros mismos. La autonomía como principio y herramienta para resistir en colectivo. La vinculación entre los afectados es lo que se presenta como la opción más conveniente y viable para enfrentar a los malos augurios y a las desazones que provoca la visión fatalista que nos quieren inculcar para desactivarnos a través del miedo y la desesperanza.

Para enfrentar el desaliento, la desesperanza y la inacción hace falta detenerse un poco siquiera a revalorar lo que somos y lo que tenemos para impedir el aplastamiento total. Se trata de superar la ingenuidad y la dependencia de creer que alguien con mucho poder nos rescatará; se trata de no esperar más que los gobiernos de cualquier nivel y las instituciones nos amparen. Por supuesto, en grupo es más sencillo recomponer algunas cosas y hacer que se cumpla el compromiso de los que se apuntan para gobernar aunque después ya no sepan ni qué hacer para salvarse ellos mismos. Para intentar superar a los malos augurios que se anuncian para el 2017, aquí se plantean algunas consideraciones elementales que se someten al juicio de quien las lea y guste comentarlas y enriquecerlas. Se hace una propuesta en tres fases progresivas para ir desde la confusión y el pesimismo hacia la reconstrucción de sí mismos para recuperar la alegría y el derecho por el buen vivir. En la primera fase se trata de entrar en disposición de intervenir en la realidad que nos acongoje, a través de la búsqueda de información que nos permita entender qué es lo que ocurre. Consiste en hacer el esfuerzo personal por salir del pasmo que nos causa tanta aberración y tanta tendencia a lo destructivo por parte de quienes toman las decisiones; es el estudio personal y de grupo lo que permitirá esclarecer lo empañado y salir de la espera inútiles de soluciones fáciles o mágicas. Es el inicio de asumirse autónomos ante quienes nos tienen un destino designado. Es la comprensión de que no hay quien pueda venir a hacer lo que nos toca a nosotros.

Para poder reunir información se tiene que ser selectivo con las fuentes para alejarse de las expresiones maniqueas o manipuladoras del pensamiento. El ejercicio del pensamiento crítico podrá protegernos de las desviaciones interesadas que llevan solamente a cambiar de opresor. Es prudente contactar con otros que padecen similares problemas para compartir información y alientos para cambiar lo necesario. La fase siguiente sería entonces preparase para el ejercicio de la autonomía mediante la elaboración de planes o proyectos de corto alcance que impliquen tareas para mejorar en lo personal, en lo familiar, en el entorno laboral y en la comunidad. Es mejor tareas y metas sencillas que intentar un megaproyecto que resulte frustrante. Podría ser conveniente empezar con acciones sencillas como hacer un listado de lo cotidiano que nos resulta perjudicial y otro de las ideas comunes que nos obstaculizan el desarrollo en tanto personas y en tanto grupos.

Una tercera fase consistiría en el diseño y aplicación de estrategias de acciones autónomas para detener el deterioro del nivel de vida individual y social. Un autoanálisis ayudaría a pensar en el qué hacer, por qué y para qué hacerlo. Preguntarnos, ¿qué hacemos por indicaciones o manipulaciones que repercute con la afectación a nuestros derechos y forma de vida?, ¿cómo

dejar de hacer lo que beneficia a nuestros opresores sin apelar a la violencia?, ¿cómo superar el pensamiento y las actitudes de dependencia?, ¿qué nos dicen nuestros pensamientos y actos cotidianos?, ¿cómo identificar y librarse de las falsas soluciones? Es básico aprender a resistir con sentido de lo que se rechaza y con propuesta alternativa bajo el principio de basar la existencia en la dignidad humana. Acciones sencillas de resistencia y rebeldía en lo individual y en posible grupal como una tarea diaria para mejorar en lo mínimo al menos nuestras condiciones de vida.

Identificar las ideas de lo cotidiano que ocurre en perjuicio nuestro requiere un registro y una contrastación con las ideas de otros. Por ejemplo, señalar la trampa de la idea que reza que sólo los gobiernos pueden y deben resolver los problemas de la comunidad, el énfasis en lo individualista convencidos de que lo personal es lo más importante y que lo demás lo hagan otros, dejarle a un dios la resolución de los problemas y atenerse a su voluntad, irse acostumbrando a las crisis, a la pobreza y a la violencia o pensar que solamente es válido luchar por lo propio. El otro paso es enlistar posibles acciones autónomas sin impedir que broten ideas que desafíen a lo que nos han enseñado como lógico, correcto o moral. Así, ya nos podría costar menos trabajo mejorar las prácticas de consumo para retirar lo superfluo y los excesos; podríamos empezar a ver las acciones que nos llegan de lo exterior y que ameritan la omisión, el rechazo y la desobediencia. El pensamiento crítico y la actitud autónoma nos puede facilitar la revisión de las prácticas de entretenimiento o uso del tiempo libre para explorar alternativas de crecimiento personal y grupal. De ahí, ya se podría pasar a convocar reuniones con otros afectados por las mismas causas para promover acciones concertadas. También ayudaría crear espacios para el diálogo, el estudios y el desarrollo de conocimientos y habilidades para el buen vivir. El uso de la tecnología de la comunicación es indispensable para encontrarse con otros que se ocupan en construir con autonomía.

El proceso que se propone tiene como base la secuencia reflexión-acción-nueva reflexión-nueva acción y así sucesivamente con la inspiración de la investigación participativa promovida por intelectuales de la talla de Fals Borda, Paulo Freire y Mercedes Gagneten. Con sustento teórico y con proyectos prácticos ellos no enseñan que ocupados en el esfuerzo de comprender y en la tarea de hacer no nos queda tiempo para dejarse atrapar por el desaliento paralizante. La disposición permanente a la crítica de lo circundante y a la autocrítica nos aporta la ruta para cambiar lo posible con viabilidad y direccionalidad como afirmaba Hugo Zemelman. El punto es superar el temor a equivocarse y atreverse a desafiar lo que se presenta como inalterable. En sentido inverso al intento de convertir a los educadores en empleados subordinados para acabar con sus iniciativas y creatividad, el ejercicio autónomo los convierte en agentes de cambio social porque su integración comunitaria los vuelve insobornables, indomables y trascendentes.

Es tarea del educador actual delimitarse del pensamiento encuadrado en dogmas de fe religiosa, económica, política o de cualquier tipo. El pensamiento encuadrado en esquemas preestablecidos es el sueño de los agentes que promueven el fin de las luchas sociales por la

reivindicación de los derechos de todos y para todos. Por eso, el educador de hoy en día necesita estar alerta de los intentos por condicionarlo en pensamiento, palabra, obra y omisión mediante reglas que lo convierten en un empleado segundón que no amerita controlar por sí mismo la tarea que realiza en las aulas y en la sociedad. Revisarse en asuntos de creencias, convicciones o presupuestos sobre lo cotidiano que tal vez lo estén homogenizando y despojándolo de su identidad, se vuelve una acción indispensable para reivindicarse como educador al servicio de quienes hacen posible su formación y su trayectoria de vida profesional. El estudio de la historia de la educación pública en México puede ser clave para la reafirmación de los principios, que no dogmas, que constituyen el Ser del magisterio mexicano y latinoamericano.

El magisterio redignificado será el que se encamine con paso firma a la configuración de su desempeño como intelectual orgánico al pueblo y lo alejará de las disposiciones neoliberales que pretenden ningunearlo, cosificarlo y anularlo como motor de cambio social. Ser maestro es lo que nos corresponde y representa la oportunidad de enfrentar el reto de construir respuestas para los desafíos del presente a partir del pensamiento y la acción con autonomía. Los malos augurios sobre los males que traerá el 2017 van a continuar porque de eso viven los mercaderes de la información; seguirán jugando con las medias verdades revueltas con medias mentiras, seguirán especulando a sabiendas de que una sociedad temerosa no se atreverá a oponerse a los designios del gran capital. La debacle del sistema tampoco se podrá detener y serán los desatinos al estilo Trump los que obligarán a reconsiderar la unión de los oprimidos por instinto de conservación. Luego entonces, celebremos lo bueno y dichoso que nos dejó el año 2016 y en honor a la vida digna cantemos el himno de las oportunidades para vivir mejor que podemos sacarle al año que está por nacer.

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