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Opinión

DIME SÍSIFO, ¿ACUDIRÁS A VOTAR?

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Por JOSÉ LUIS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

Jojutla, Morelos, México.-  Sísifo fue un rey de Éfira (Corinto) en la antigua Grecia que se hizo de riquezas por su astucia para engañar a los demás y por su sobresaliente inteligencia que le permitió desafiar a los dioses, al grado de ponerle grilletes a la misma muerte oTánatos. Los dioses enojados por tanta soberbia lo condenaron a subir rodando una gran roca hasta la cima de una montaña; y cuando lograba el objetivo, la roca descendía hasta el lugar donde había empezado a empujarla. Sísifo quedó condenado, por la eternidad, a este castigo de trabajar en una tarea absurda y repetitiva. Este mito le dio al premio nobel Albert Camus el fundamento para su ensayo filosófico titulado “El mito de Sísifo”, en el cual aborda la falta de sentido de la vida fútil del hombre condenado a realizar trabajos repetitivos. Este texto publicado en 1942,  dentro del pensamiento filosófico existencialista dio pie a una secuela de reflexiones acerca del trabajo inútil y sin esperanza que caracteriza al  hombre moderno; el peor de los castigos es llevar una vida absurda de la que se espera una felicidad inalcanzable toda vez que nos atenemos a realizar lo que otros quieren que hagamos y no lo que realmente deseamos hacer de acuerdo a las propias expectativas de vida. En su penar Sísifo tiene un momento de claridad cuando la piedra rueda cuesta abajo y ya no tiene que empujarla; en ese momento toma conciencia de que su labor es absurda, sin embargo vuelve a ella porque no encuentra otra posibilidad. Luego entonces la búsqueda de la felicidad y la oportunidad de alcanzarla, pasa por el hecho de que Sísifo se dé cuenta de lo que hace.

Al inicio de su ensayo, Camus toma como epígrafe una cita de Píndaro que dice: “Oh, alma mía no aspires a la vida inmortal pero agota el campo de lo posible”. Es decir, en principio cuenta la conciencia de finitud de la vida humana; el hecho de sabernos inexorablemente perecederos nos permite comprender que lo que no hagamos en esta vida no será posible hacerlo en ninguna otra porque no la hay. Por eso vale el llamado de Píndaro a explorar y agotar el ámbito de lo posible. Para dejar de sisifear  o cargar eternamente la roca que subimos a la cima de la montaña y se regresa, necesitamos compartir con Camus que “siempre llega un tiempo en el que hay que elegir entre la contemplación y la acción”. Si se pretende romper las cadenas de dependencia a la gran piedra que nos tiene condenados a consumir la vida en la repetición absurda, es obligado soltar las amarras y pasar a la acción que nos permita lograr las mejores posibilidades de bienestar. Camus escribió: “Puede que lo que hagamos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada no habrá felicidad”.

Son muchos los ámbitos de la vida que nos tienen como a Sísifo empujando permanentemente la roca que se vuelve al punto de partida. En esta ocasión hablemos del hombre absurdo de las elecciones. Al parecer no nos damos cuenta que este asunto de elegir representantes y gobernantes ya se volvió una pesada roca que empujamos por instrucciones ajenas a nuestros verdaderos deseos de vida. Un círculo vicioso que consiste en crearse esperanzas vanas con personajes que se afanan por presentar imágenes de comedimiento, capacidad, energía, honradez, compromiso social, vocación de servicio, creatividad e inteligencia; pero la realidad nos repite incesantemente que todo es un espejismo producto de la manipulación y nuestras ansias por encontrar al nuevo Mesías, cuando las esperanzas se disuelven en el abuso de poder, la corrupción, el influyentismo, la soberbia y demás males que padecen los que al conocer las mieles del poder locos se quieren volver. Y no entendemos o no sabemos qué hacer porque llegado el momento volvemos a cargar la misma piedra haciéndonos la ilusión de que ahora sí será diferente y que todo será la felicidad que nos derramen los nuevos funcionarios públicos.

Sísifo se apresta a votar el próximo 7 de junio con su piedra a cuestas que soltará cuando deposite la boleta en la urna junto con sus ilusiones. Y nuevamente se repetirá el ciclo cuando tomé un poco de aire y vea que la piedra otra vez ya está abajo y que debe regresar a empujar de nuevo. Se quejará y dirá que ya no le vuelve a pasar la próxima vez, que toda la política es pura corrupción y que mejor se abstendrá y que los políticos hagan lo que quieran. Ahí estará el fin de Sísifo, sin salida, sin entendimiento de lo que realmente ocurre se refugiará en los deberes y haceres de la vida personal y familiar; tal vez acuda a una iglesia que le explique el sentido de esta absurda vida y caerá más profundo en las entrañas de la manipulación y la inconsciencia.

Las campañas políticas se convierten en el reino de lo absurdo, la estulticia en toda su expresión que nos pretende encajar a un candidato con saludos falsos en las propias puertas de nuestra casa o  con cancioncillas idiotas que ensucian el medio ambiente. Los candidatos pudieran parecer los dioses que condenaron a Sísifo; pero no, ellos también son Sísifos que cargan su piedra de sometimiento a quien los manda y a quien los doblegará si es que llegan a gobernar. Son víctimas y nos hacen víctimas del autoengaño cuando imaginan mundos felices donde habrá de todo para todos; algunos, tal vez abusando de ingenuidad, se lo crean e imaginen ya su estatua de agradecimiento popular por haber sido el mayor benefactor de la historia de su pueblo. La gran mayoría de candidatos no será electa y verán rodar su piedra cuesta abajo; con lágrimas y pucheros se tendrán que regresar para volver a empezar. Les quedará el consuelo de que algún dios se apiade de ellos y les dé un premio de consolación que les permita vivir bien sin trabajar, al menos durante los próximos tres años.

La cuestión es que llegamos al punto en el que Sísifo no parece tener forma de librarse de esta maldición. Atrapado en un ciclo sin alternativa aparente, Sísifo cargará la piedra por toda la eternidad; se quejará y dará pataleos pero terminará en lo mismo. Eso sí, Sísifo se le da el derecho de escoger quien lo oprima, siempre y cuando su elección no desentone con la mecánica diseñada desde las alturas del Olimpo. Para que sobreviva y siga cargando la piedra con entusiasmo, Sísifo recibirá alguna despensa o el honor de tomarse la foto con un maquillado candidato. Él sabe bien que ya en funciones será muy difícil tratar con el gobernante, pero se consuela un poco recibiendo lo poco que le ofrecen ahora que andan en ofertas de campaña. Esa es la democracia dirigida que nos viene desde los tiempos de la posrevolución y de más antes. El pueblo de Sísifos no está preparado para decidir, así que se le debe orientar para que tome la decisión más conveniente, no vaya a ser que “se equivoque” y las cosas cambien de verdad.

Pero hay otra posibilidad, que Sísifo se dé cuenta de que no tiene por qué estar repitiendo esa tontería de cargar la piedra para llevarla a cima y vuelva a regresar. ¿Qué pasaría si Sísifo simplemente deja de empujar la piedra? ¿Quién se lamentaría más? Sísifo necesita aplicar lo que le queda de inteligencia para presionar a los dioses a un diálogo negociador que le permita hablarles a los ojos y demostrarlos que ni tan dioses que son. Que por el bien de todos lo mejor es tratarnos con respeto y responsabilidad social, que la política se inventó para procurar el bien común y evitar que se desborde la violencia. Que lo entendemos ahora de la manera más civilizada posible o lo lamentaremos más temprano que tarde con consecuencias impredecibles. Claro, los dioses son autosuficientes y no necesitan que nadie les recuerde todo eso; es más si se enfadan a Sísifo le puede ir peor, si es que peor le pueda irtodavía. Por eso, se necesita mayor inteligencia y mucho menos actuación por inercia.

La democracia como forma de gobierno tiene el mérito de ser incluyente y tomar las decisiones por orden de mayorías. Sin embargo, la manipulación, el control, la compra de conciencias son pendientes que la democracia representativa no ha podido corregir. Recordar cómo fue que la democracia manipuladora condenó y mató a Sócrates en la antigua Grecia. Luego entonces se observa la necesidad de ir más allá de la democracia representativa, en la que los votantes le entregan toda su fe y confianza a los gobernantes electos. Desde hace mucho tiempo se observa la necesidad de una democracia participativa en la que el ciudadano se visualice como lo que es: un ser humano con todos los derechos y responsabilidades para hacer viable la vida en sociedad. Un ciudadano participativo que asume su rol de sujeto y deja de ser objeto. Un ser humano que se da cuenta de los grilletes que le imponen y se propone romperlos. Un ser íntegro que entiende junto con Camus que: “No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar”.

Para no quedar atrapados en el cuerpo y destino de Sísifo, para dejar de realizar labores que no tienen sentido, ayuda la idea de Camus de que la rebeldía, la libertad y la pasión son la respuesta conveniente. Por eso desde aquí se propone acudir a las urnas el próximo domingo 7 de junio, pero llevando bajo el brazo la onceava opción: el voto nulo como signo de rechazo a toda la faramalla del espectáculo electoral, a la falta de seriedad y de propuestas de gobierno que nos quieren hacer pasar por las piedras que inevitablemente tenemos que cargar. Ciertamente el voto nulo apenas será la muestra de descontento popular y la falta de legitimidad de los que resulten electos; apenas un jalón de orejas para que se limiten en sus afanes de desgobierno y de procuración de beneficios propios. Lo siguiente deberá ser la función de ciudadano participativo y vigilante de las actuaciones de los funcionarios públicos. Eso ya requiere un mínimo de organización ciudadana que reúna esfuerzos para el bien común.

Albert Camus anotó: “Todo estará bien y hay que imaginarse a Sísifo dichoso”. Pero no dice que será feliz automáticamente, que nada necesite hacer; mínimo Sísifo se da cuenta de su condición cuando suelta momentáneamente su carga. Así que, dime Sísifo: ¿acudirás a votar para seguir cargando la piedra. jluisfiglez@yahoo.com.mx

 

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