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Estado Opinión

LA NOCHE DE PARÍS

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Por JOSÉ LUÍS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

Jojutla, Morelos, México.-  Lo ocurrido la noche del 13 de noviembre de 2015 quedará registrada como uno de los peores actos de terrorismo del Estado Islámico (EI) en contra de la capital francesa y contra del todo el mundo occidental. De bote pronto solamente se puede expresar una total desaprobación a los ataques en contra de ciudadanos franceses y de otras nacionalidades en esa larga noche de París. Solidaridad, tristeza e indignación son el común denominador entre la gente que no está involucrada en la geopolítica, ni en las andanzas por el poder, ni tampoco en las codicias por el petróleo ni las riquezas de nadie. Pero eso solamente es la superficialidad de la situación que nos parece absurda, bárbara y terminantemente objetable. Sin embargo, hace falta pensar qué es lo que estaba pasando muy lejos de París cuando sus ciudadanos tomaban una copa en el bar o disfrutaban de un concierto de rock. Seguramente confiados en las obligaciones cumplidas de los gobernantes, tal vez omisos o indiferentes ante la política internacional de su país, con toda certeza desprevenidos disfrutando del merecido descanso y convivencia que les deparaba el fin de semana que estaba iniciando para ellos, en sus conversaciones Siria seguía allá muy a lo lejos, el EI quizá se quedaba en el trasfondo de la charla o los temas de política ni siquiera figuraban porque el momento era para disfrutarlo.

La postal de Francia se rompió en los ataques coordinados de 7 u 8 indignados sin remedio por el fanatismo de la guerra santa que habrá de convertir a la humanidad a la peor versión del islam o a algo que puede que no sea islam. Los ataques a Charlie Hebdo a principios de este año ya habían anunciado que los parisinos quedaban expuestos a estas reacciones de un encolerizado califa Abu Bakr al-Baghdadi del EI que dice representar a todos los musulmanes del mundo y va por construir un enorme y poderoso imperio en Asia Menor y más allá. Luego entonces los ciudadanos franceses debieron preguntarse por qué a ellos, qué razones hay detrás de tanto odio y tanta barbarie si es que puede haberlas. La respuesta puede estar en una caricatura actual en la prensa gala donde se observa al presidente Francois Hollande parado en un mapa de Europa y Asia echando gasolina al fuego en Siria; de la fogata se levanta un humo negro que va formando la figura de un yihadista que se extiende para clavar un puñal en Francia. Así que el gobierno “socialista” de Hollande es señalado como promotor de la guerra en Siria y aliado natural de Estados Unidos en su afán de agitar las aguas en Medio Oriente para sacar ganancia de pescador. El intelectual norteamericano más reconocido por su crítica al gobierno de su país ha reiterado que el EI fue creado por Estados Unidos para hacerlo jugar a favor de sus intereses económicos y geopolíticos. Ahora que se les sale del control esos gobiernos junto con otros como Inglaterra y Alemania juegan sus cartas apostando mucho más por la realpolitik que por el bienestar de la población o por el desarrollo y democratización de países como Siria, Irak, Irán, Afganistán y toda la región.

La realpolitik es la política de los intereses antes que la de los beneficios sociales o los arreglos pacíficos para el bien de todos. Es la expresión del pragmatismo o la búsqueda de las ganancias propias a costa de lo que sea. Eso es lo que se viene aplicando en todo el escenario mundial pero en particular en la administración que se hace la guerra en Siria favoreciendo o

no a los grupos que les brindan o niegan las mejores garantías para la explotación de los recursos naturales y el sometimiento de los gobiernos locales a las potencias encabezadas por Estados Unidos. Está claro que Estados Unidos y sus aliados le han proporcionado armas de lo más sofisticadas y apoyo diverso a los grupos afines y al propio Estado Islámico por el sólo hecho de combatir a un gobierno elegido por los sirios pero que no le gusta a Obama y amigos. Igual que con Al Qaeda, EI se les volteó y salió tan bravo que muerde la mano que le da de comer. Ya salieron los primeros aviones franceses después de los atentados a bombardear al EI, dicen haber destruido centros de comando, instalaciones entrenamiento y fábricas de municiones; se trata de “despiadada respuesta” de Francois Hollande. Más de un año hace que la coalición se propuso eliminar el terrorífico poder de EI y hasta ahora se da cuenta dónde pueden localizar la cueva del terror. Política a conveniencia, hipocresía en el dolor por los inocentes masacrados, enorme costo social hacer pagar a sus propios ciudadanos por el terror físico y psicológico al que quedan expuestos los parisinos y muchos más en el mundo. Rusia ha intervenido desde septiembre a la fecha para acabar con el poder militar de EI y aún asi no se sabe bien a bien cómo sobreviven los extremistas y cómo siguen haciendo daño. Nadie sabe cuándo acabará esta pesadilla.

Los yidahistas son muy peligrosos porque una de las claves de su resistencia consiste en esa fuerza moral que les da sus convicciones seudoreligiosas y que les prohíbe rendirse; lo suyo es triunfar o inmolarse. Es el retorno a los fanatismos que nos contaron en la escuela cuando estudiábamos las culturas antiguas. El fundamentalismo viene avanzando en todos los terrenos. Aferrarse a lo que se cree porque así debe de ser, sin permitirse llevar las controversias al mundo de confrontación de ideas, no sólo es característica de sádicos y bárbaros yihadistas que ejecutan nomás para probar su prepotencia y difundirla en internet; fundamentalista y fanática también es la postura de los que quieren aplicar medidas económicas, políticas y de todo tipo, tocando los tambores de guerra y aterrorizando aunque no se llamen a sí mismos terroristas. La noche de París no es tan distinta de la noche de Ayotzinapa, la noche de Tlatlaya, la noche de Tlatelolco, y muchas noches más, con la salvedad de que hay modalidades para ser terrorista. Hay terroristas fanáticos de cualquier cosa, hay terroristas de Estado, hay terroristas ideológicos que disparan parapetados desde los medios de penetración masiva. A todos los hace coincidir una consigna: sus proyectos son los únicos verdaderos y deben realizarse a como dé lugar. Todos ellos utilizan la fuerza de las armas para “convencer” a los disidentes.

La historia registra que el resultado de obtener el poder a base imposición, de odio, de sangre y muerte, sólo lleva a un estado de sometimiento que tarde o temprano deriva en rebeliones, muchas para imponer otro régimen de terror pero otras para realizar cambios significativos en la evolución y desarrollo del mundo. El avance tecnológico se ha disparado pero por lo visto no así las formas de convivencia y de entendimiento. Por doquier los estilos de gobernar siempre se refieren a la zanahoria y al garrote, cada quien decida como se incorpora al progreso de su país. En México padecemos calamidades que se aproximan a esa manera de aterrorizar como

en la noche de París, fuerte o quedo pero al fin y al cabo el resultado se supone debe ser igual. Solidarizarse con Francia es de elemental humanismo, pero al mismo tiempo estar desdibujando lo propio es contradicción.

Una aberrante escena que tal vez no mueve a las mismas consideraciones y condolencias, la de ser testigo de que en nuestro país la reforma educativa se impone con policías custodiando la entrada de maestros para su evaluación, golpes propinados por policías amaestrados a los protestantes por expresar su punto de vista divergente, detener y encarcelar profesores por no dejarse tratar como un objeto, eso debería avergonzar a los que reprueban lo obviamente reprobable y no ven la paja en el ojo propio. Miremos hacia París y brindemos el apoyo moral que se necesario pero no dejemos de ver lo que ocurre aquí y ahora, en nuestras barbas. Llámele microterrorismo o desmanes de gobernantes obtusos, pero no deje de

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