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Opinión

PROHIBIDO NO DAR VUELTA A LA DERECHA

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Por JOSÉ LUÍS FIGUEROA GONZÁLEZ / MASEUAL

Jojutla, Morelos, México.-  Por todo el mundo se observan las calamidades sociales y económicas que parecen poner signo a nuestra sofisticada época de supuestos grandes progresos; desempleo, marginación, pobreza de amplios sectores de la población, fortunas de minorías que rebasan la imaginación de cualquier ser humano, corrupción en todos los niveles pero particularmente en los gobiernos y en el empresariado, son las señales de que estamos en el mundo de hoy, el que se olvida de cuando en cuando nos llega una fiestecita por algún pretexto que celebrar. El fin de año es época de slogans que invita a pasarla bien en la inercia de las fechas asociadas a sentimientos y emociones de supuesto bienestar. Pero, aunque no sea considerado pertinente, podríamos pensar un poco en las señales que nos pueden pronosticar o no un feliz año nuevo 2016, y luego 2017 y después el esperado 2018. Tiempo de espera para ver si ya se termina esta mala racha que estamos pasando. La clase política y la alta burguesía la pasarán de manera excelente consumiendo una pequeña parte de sus excesivos ingresos mientras muchos otros la pasarán apenas rozando el umbral de la miseria o llenando los pulmones con el aroma a pavo rostizado. Y así el círculo vicioso continuará casi seguramente como muchas veces, entre el desear y el sufrir sin tomarle mucho sentido a las cosas y tal vez con resignación, olvido o conformidad.

Algo muy contradictorio debe estar pasando en el mundo para que los despojados no se percaten de que participando de tal forma o no participando se propician las condiciones para sus peores desgracias. Visto con crudeza resulta inconcebible que una víctima vote por el victimario y después se queje de lo que le pasa esperando que algún otro –casi siempre otro victimario- acuda en su auxilio. Algo más o menos así parece estar en el fondo de tres acontecimientos recientes: que en recientes elecciones la derecha gane el Congreso de Venezuela, el triunfo y asunción al poder del derechista Mauricio Macri en Argentina y que en esta fecha los resultados preliminares de las elecciones en España sigan colocando al Partido Popular en primer lugar aunque restringido por el avance de Podemos un nuevo partido de cuño socialista. Es decir, parece ser que la vuelta a la derecha es la moda más reciente y la más tortuosa salida política que los pueblos le están dando a sus problemas.

En Venezuela se volvería a morir de coraje el espíritu de Hugo Chávez porque su recomendado no pudo dar el empuje necesario para mantener la mayoría en Congreso. A partir del 5 de enero de 2016 se le vendrá el castigo a los venezolanos que votaron por la derecha cuando empiecen las derogaciones de leyes “revolucionarias”, los “amarres” y acuerdos con el extranjero para acelerar la pérdida del poder para lo que queda del chavismo. El 6 de diciembre pasado, el Partido Socialista Unificado de Venezuela dio muchos atrás aunque Nicolás Maduro haya reconocido democráticamente la derrota. Respecto a los malos resultados, Maduro ha dicho a los venezolanos que ahora tiene serías dudas de si podrá construir otras 500 mil viviendas populares, no porque no pueda hacerlo –según dice- sino porque “tú no me apoyaste cuando te lo pedí”; sentenció señalando con su dedo índice al televidente de su país. Pero así con coraje y adjudicando la construcción de viviendas a su voluntad, Nicolás Maduro pasa del discurso de reconocimiento razonable de la derrota al berrinche de un inmaduro. De cualquier forma será el pueblo venezolano será quien pague las consecuencias del avance de la derecha

aliada al imperialismo de Estados Unidos que no deja de considerar la intervención de toda índole para evitar que Venezuela siga fuera de su círculo de influencia.

En Argentina se acabó el periodo de los Kirchner con el triunfo de Mauricio Macri el 10 de diciembre anterior. En sus primeras 72 horas de gobierno, Macri ha firmado unos 29 decretos destinados a la aplicación de medidas que llama “urgentes y necesarias”; entre ellas poner a flotar el peso, es decir quitar controles para dejar su moneda al libre mercado y con ellos provocar ajustes de “solidez económica”. Lo que es un hecho es que ya provocó una inflación de más del 100 %, a costa por supuesto de los argentinos con menores recursos. La quita de subsidios es otra medida puesta en marcha de inmediato y el resultado es el aumento de el gas, la electricidad y otros en porcentajes que van del 600 a más de 3 mil por ciento. Eliminar el programa de televisión pública “6,7 y 8” porque ahí se ejerce la crítica social y política. Esto y más se ha echado a andar con un gabinete de gobierno de estricto perfil empresarial; lo cual puede venir a significar que Argentina se va a administrar mucho más como una empresa particular que como una nación libre y soberana. Y así las cosas, en menos de una semana del gobierno de Macri ya están en acción las primeras manifestaciones populares de rechazo. Las cuentas no cuadran porque si los ricos son minoría -como se ve que lo son- luego entonces no hay forma de que ganen una elección. De esto se desprender una pregunta para los sociólogos y politólogos: ¿por qué gana la derecha en países con una mayoría de población en pobreza y miseria extrema?

En España recién se cerraron las casillas electorales para elegir representantes populares y Jefe de Gobierno con la participación de cuatro partidos políticos. El Partido Popular que gobierna a través de Mariano Rajoy ha marcado los cuatro años que van de 2011 a 2015 con medidas draconianas que han mantenido los índices de desempleo alrededor del 25 %, ha provocado en gran medida el problema de los desahucios en contra de los deudores con inmobiliarias, metido a los españoles en polémicas vanas sobre el aborto y en general un malestar social que se sintetiza con golpe tremendo en el rostro que recibió Rajoy de parte de un adolescente cuando hacía campaña en Pontevedra. El descontento en España agarra fuerza a través del partido Podemos encabezado por Pablo Iglesias un maestro universitario de 37 años de edad que es algo así como la esperanza de millones de jóvenes españoles casi en la desesperanza. Con todo, lo más que podría alcanzar Podemos es el segundo lugar pero difícilmente mayoría o la Jefatura de Gobierno. Por su lado el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) intentará recuperar el poder político que ejerció entre los 80 y 90s del siglo pasado con el disfraz de izquierda pero aplicándose muy bien a los mandatos del neoliberalismo a través del tristemente famoso Felipe González, un señor que ahora trabaja cobrando muy caro por sus conferencias y dando consejos a los gobiernos que quieren ser como la España maltrecha que él dejó. El cuarto partido es la ultraderecha española representada por el partido Ciudadanos representado por un tal Albert Rivera que aboga por aumentar los privilegios del empresariado. Los pronósticos apuntan a cierto avance de la oposición, pero al mantenimiento del poder por la derecha.

El tiempo no está a favor de los pequeños, búsquesele por dónde sea y el panorama es casi desolador para los proyectos sociales de beneficio común y para la superación de las ya largas

crisis de todo tipo en perjuicio de la mayoría. Lo cotidiano es ya que cada quien vea por sí mismo y que la organización social para resolver problemas sea muy deficiente o incluso inexistente. Nuevamente la pregunta es por qué el pueblo vota por sus verdugos y si es que hay lugar todavía por la esperanza. Es verdad que los cambios políticos y sociales parecen seguir una ruta cíclica como si la humanidad se moviera a ritmo de olas en las que montan deseos y frustraciones. Una oleada de participaciones masivas en América del Sur reunió en la etapa a presidentes y presidentas con lineamientos de corte social comprometido con los pueblos, pero aún ellos ahora son el blanco de acusaciones de corrupción, ineficiencias y desvíos de toda marca. Se desvanece la esperanza de cambios importantes para detener o al menos posponer que la irracionalidad neoliberal se quede para siempre; en esto deberían poner atención los que en México promueven la idea de que para el año 2018 la esperanza tiene cuatro letras: AMLO.

Se hace necesario entender qué significado tiene el hecho de que se sigan imponiendo las derechas en el mundo. Es verdad que cada contexto tiene su propia correlación de fuerzas, pero también es cierto que una tarea muy difícil en México es la organización de los pueblos porque múltiples factores internos y externos nos tienen así configurados. Si es que estamos empezando un nuevo ciclo hacia la derecha, cuestiones como la reforma educativa se complicarán a mayor grado y las fuerzas represoras se envalentonaron todavía más y no les serán suficientes los muertos y heridos que llevan en su cuenta reciente. La misión es clara, se trata de convertir a la educación pública en diversas empresas rentables que acaben por un lado con lo que considera la derecha recalcitrante una pesada carga para las finanzas públicas y por otros se acabe con la poca concia político-social que queda de reserva. No bien ha empezado la evaluación de castigo y ya una ingente cantidad de “universidades” e “institutos” patito ya están dale que dale con cursos, talleres, seminarios, conferencias de fórmulas mágicas para alcanzar la indefinida calidad de la educación. Ya ni doña Sylvia Schemelkes siente tanto lo duro sino lo tupido y empieza a soltar declaraciones que ponen en riesgo el mantenimiento de su puesto. Largas jornadas de batalla le esperan al movimiento magisterial democrático sin resultados garantizados pero seguros que no hay peor lucha que la que no se hace.

Por otra parte no olvidar que el primero de enero toman posesión los nuevos gobiernos municipales en Morelos y que las esperanzas sin sustento explotarán como pompas de jabón en cualquier momento. A la resaca de enero le tendremos que agregar los sinsabores que nos esperan de Ayuntamientos Municipales atados de manos por las deudas, las ambiciones personales, los discursos vacíos, las ineptitudes enquistadas, la falta incluso de sentido común. Pero es lo mismo, todavía no sabemos por qué la gente vota por uno del que luego se decepciona y luego le endulza el oído el siguiente, aunque el feliz matrimonio dure el suspiro de una mariposa.

Dice el refrán que en el pecado se lleva la penitencia y que todo lo que hace se paga, aunque sea justos por pecadores.

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