8 octubre, 2025

PERIODISMO INDEPENDIENTE EN MORELOS

NUNCA CERRÓ LA PUERTA EN LA COMBI Y UNA RUTA TRAE HASTA CINE

Por ALEJANDRO CÁRDENAS SAN ANTONIO / MASEUAL

•       Surrealismo, excentricidades y desperfectos en transporte público


Cuernavaca, Morelos, México, 28 de junio de 2025.- Nunca se cerró la puerta, parecía un gran ventanal para mitigar con aire externo el agobio del intolerable calor que genera el sobrecupo de personas que viajan en las rutas de Cuernavaca; la puerta de una combi jamás se cerró y nadie sabe desde cuándo pone en riesgo a los pasajeros; mientras, en otro lado de misma ciudad, hay camiones-cinema que por la tarifa de 10 pesos, el pasajero mira una película en pantallas de plasma con sonido surround y en alto volumen.

No es broma, en el transporte público se encuentra el mejor Surrealismo al que se puede acceder, se le suma la excentricidad y las historias de ruteros se aderezan con los eternos desperfectos mecánicos. Una pequeña muestra son dos casos en dos rutas:

En una combi de la Ruta 4, esa que lleva a la colonia Antonio Barona, -para el chofer-, subir o bajar el pasaje, no requería esfuerzo alguno por que la puerta nunca cerraba. Las personas podían mover a voluntad esa puerta como si se tratara de una cortina en la casa y bastaba que esta combi fuera en alguna calle de subida y la inercia y el peso de la puerta evidenciaba el riesgoso desperfecto para el usuario, que por tan solo 10 pesos, pone en riesgo su vida y eso, si por alguna mala racha, sale volando por ese amplio hueco.

Esa Ruta 4, cuando frenaba, la puerta que nunca cerró, parecía que lo iba a hacer con el impulso, pero no llegaba siquiera a juntar los extremos. El chofer aceleraba y se volvía a abrir la puerta dando paso al aire provocado por la velocidad, y lo más curioso de todo en este “performance”, es que los pasajeros solo miraban el fenómeno de la puerta con ojos sorprendidos y se volteaban a ver unos con otros, pero nadie le decía nada al del volante. (Un escenario perfecto para un experimento social).

El show de un camión-cinema, pertenece a la Ruta 13. La que lleva a los estudiantes universitarios desde el municipio de Jiutepec, hasta la Máxima Casa de Estudios en Cuernavaca. Aunque no es exclusivo de alumnos sino público en general, al menos por las mañanas, el alto volumen les roba el sueño a los pasajeros, los entretiene con películas de Marvel y los “motiva” con las emocionantes escenas de los super héroes. (Y no se piense que todos van cómodamente sentados; ¡no!, -es un cine con ruedas, sí- pero por igual, esa Ruta lleva sobrepoblación y van agarrados de los pasamanos impidiendo el paso en el estrecho pasillo).

Lo que sí, es que por la tarde-noche, aunque la Ruta igual vaya con sobrecupo, en ese camión–cinema, el entretenimiento es más divertido porque ya fuera de la presión en las aulas o el trabajo, de vuelta a Jiutepec, se relaja el alumnado y el usuario en general, va mirando otra película de acción en esas gigantes pantallas de plasma que van: una a espaldas del chofer y la otra, flanqueando la subida a la Ruta y toda esta diversión, sigue siendo por tan solo 10 pesos.

Lo más curioso en estos escenarios distópicos y alucinantes, es que el transporte público no se pone de acuerdo en la calidad y la infraestructura adecuada para dar servicio decente a los morelenses y tal vez, piden y exigen al gobierno estatal que se incremente la tarifa porque desde hace tiempo, han estado otorgando un bono en el servicio y nadie se los aprecia… Me explico:

Unas rutas, ofrecen ventilación sin límite en sus combis con puertas que no cierran; quizás, el chofer o los administradores de esa Ruta 4, esperan que el pasajero salte al vacío como si se tratara de una plataforma de “Bongie” o de plano, la idea es que los usuarios, por diez pesos, vivan una experiencia como deporte extremo y se salga y caiga al pavimento -con algún movimiento brusco por la peculiar manera de conducir de los ruteros- y lo hagan sin hacerse daño y vivan para contarlo.

Y los otros, los de la Ruta 13, -un servicio más Posmoderno- al nivel de consentir al público usuario entreteniéndolo con películas taquilleras aunque el usuario suba al camión y lo utilice tan solo para trasladarse un par de calles. Y si de fondo es esa la intención, les recuerdo que hacen falta las “palomitas” añadidas a la tarifa de 10 pesos. Aunque lo que es verdad y se nota, es que el usuario se baja motivado y con deseos de terminar de mirar la película en su casa. El usuario -toca varias veces el timbre porque por el ruido en las escenas de acción el chofer no oye y se va de largo-, antes de dar el paso en el último escalón, sonriendo hecha el último vistazo a las pantallas.

Es por estas experiencias Plus, que pienso que los señores de las rutas exigen con insistencia incremento a sus servicios. Aunque para mí, hay algo destacable en todo este folclor de ruteros, y es que me recuerdan al entrañable pintor español, Salvador Dalí, quien afirmaba soberbio que en el mundo, el Surrealismo solamente lo encarnaba él; pero bastó una sola ocasión con visitar México y entonces vociferó en su forma tan peculiar que: “De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”.

¡En hora buena! superan al genio de los bigotes engominados.

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